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86 ¡ÚNETE! JOIN US! JORDI COLOMER
actuación «Una calle azul asfalto», que se inició a partir de uno de sus poemas sin título. Muchas de las fotografías de nuestro primer giro a Roma hacen pensar en el pequeño grupo de chicos que pierden el tiempo en Mamma Roma, atravesando campos al barbecho y grandes bloques de viviendas populares. La cosa más hermosa de Roma es que esa imagen pasoliniana todavía existe y siempre existirá, incluso en los futuros suburbios romanos. Uccellacci e Uccellini es quizá más clara en este sentido: Totò y Ninetto van a dar un paseo por una Roma en transformación; caminan y hablan sin interrupción, sobre viaductos en construcción, granjas abandonadas y antiguas ruinas romanas, además de sus copias por Mussolini. Allí encuentran también un pueblo pobre, pero con una cultura antigua que ha aprendido desde siempre a recomenzar a partir de las ruinas. El año pasado organizamos con Stalker, junto con el Instituto Suizo de Roma, una caminata de tres días solo para cruzar las ruinas contemporáneas. Fuimos a ver cómo los proyectos del estrellato internacional destruían una vez más nuestra ciudad: Rem Koolhaas, Fuxas y Calatrava han construido para la Copa del Mundo o el Campeonato Mundial de Natación de 2008, dejando como resultado monumentales ruinas, como la piscina inacabada, que ha costado diez veces más de lo que se esperaba. Lo más increíble es que lograron que pasara inadvertido: un verdadero monumento al saqueo de los ciudadanos. El problema es que todavía hoy no hay en el horizonte alguien que sepa cómo hacer repartir estas ruinas para la construcción de un nuevo mundo. Lo contemporáneo, dice Lorenzo Romito, de Stalker, tiene esta gran capacidad de no morir, de absorberlo todo y lo contrario del todo. Escapar y esconderse es cada vez más difícil.
JC: Sobre esas caminatas a través de Roma, vosotros habéis generado algunos documentos, a partir de los cuales uno puede recomponer la experiencia, imaginarla, aproximarse, vídeos, fotos... pero también ese vídeo Savorengo Ker - La casa di tutti, sobre el campo de concentración de «roms» (gitanos) y vuestro impulso para crear un nuevo prototipo de habitación autoconstruído por los habitantes, para sustituir a los inhumanos containers y que terminó en tragedia, incendiado al final. Es un vídeo muy emocionante. Quería preguntarte por tu relación con la ficción y con lo documental y sobre cómo organizáis esa producción de documentos.
FC: El tema de la representación en Stalker, o mejor la restitución de la experiencia, necesitaría mucho espacio para ser contado, también porque ha ido transformándose a lo largo de los veinte años de trabajo juntos. Intentaré ser breve. Al principio nuestro acercamiento era muy puro, teníamos miedo de la representación, estábamos seguros de que no podría en ningún caso contar la experiencia original, que sería un sustituto de esta. Si se quería comprender a Stalker era necesario venir a caminar con nosotros, ser parte de Stalker. No queríamos caer en las formas tradicionales de representación, y queríamos evitar el espectáculo. Muchos de nosotros éramos arquitectos que no queríamos ni dibujar, ni hacer arquitectura, ni hacer pintura ni escultura, y además éramos contrarios a la ficción. Queríamos que el territorio se autorrepresentara por sí solo a través de nuestra experiencia. Llevábamos una cámara fotográfica y otra de cine que estaba siempre conectada. Producíamos vídeos infinitos, muchas diapositivas y después trazábamos mapas que parecían cartografías de antiguos navegantes con islas —los llenos, el espacio sedentario de lo cotidiano— y mares —los vacíos, el espacio nómada del «perderse»—,































































































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