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6 Denise Scott Brown, «Little Magazines in Architecture and Urbanism», en American Institute of Planners Journal 34, núm. 4 (julio de 1968), pp. 223-232.
Dentro de la arquitectura, la expresión little magazines hace referencia a revistas autopublicadas, de circulación reducida, a menudo difíciles de conseguir y elaboradas con escaso o ningún apoyo externo, en mesas de cocina o cuartos traseros en las universidades. Constituyen un fenómeno clave en virtud de los objetos físicos e intelectuales que generan, y por su funcionamiento como red interactiva de plataformas internacionales para el diseño y el discurso experimental. Estas revistas independientes operan como infraestructura portadora del cambio. Como sugiere Denise Scott Brown, se puede ver cómo surge una etapa de little magazines en la arquitectura «cuando un debate se expande lo bastante como para requerir orden y un sistema de correo siquiera rudimentario»6. Las revistas independientes se deben analizar como sistemas. Su reducida difusión y su efímera vida están en relación directa con la amplitud y la resiliencia de las redes en las que surgen.
Las revistas profesionales pueden considerarse «pequeñas» durante ciertos periodos de tiempo. Los cambios en su modelo económico y su línea editorial se reflejan en todos los aspectos: desde el tipo de papel y los métodos de impresión, hasta el tipo de proyectos que figuran en sus páginas. A la inversa, también podemos ver cómo se esfuma la «pequeñez» de una revista autopublicada de escasa circulación a medida que su tirada y su difusión crecen. La pequeñez de las little magazines es efímera e improvisada. Las publicaciones quedan como registro —permanente para nuestra sorpresa pero casi invisible— del pulso de un instante. Tenemos un ejemplo en Architectural Design, que a mediados de la década de 1960 y durante la de 1970, con Peter Murray y Robin Middleton como editores técnicos, optó por pasar de la publicidad, cambiar la calidad del papel y comenzar a publicar el mismo tipo de trabajos que aparecían en las pequeñas revistas independientes, especialmente en una sección llamada Cosmorama (impresa en papel de color, barato y basto, sin brillo) que estaba dedicada a la ecología, la contracultura, los materiales nuevos, la tecnología electrónica, la movilidad y la desechabilidad. Esto es lo que podría denominarse «fase de pequeñez» en las grandes publicaciones, que constituye una parte crucial de este fenómeno, y que podemos ver en revistas como Casabella de Alessandro Mendini (1970-1976), Bau de Hans Hollein, Günter Feurstein y Walter Pichler (1965-1970), Domus de Gio Ponti en los años setenta, Aujourd’hui: Art et architecture de André Bloc, etc. Si Margaret Anderson quería que las grandes revistas leyesen a
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