Page 96 - El rostro de las letras
P. 96

RETRATOS PARA TODOS
79
querías abajo y sus fotografías arriba, cuyo trajín “va tragándose la gente en sus portales”. Antonio Flores, uno de los grandes cronistas de la sociedad española del medio siglo, nos ha dejado una primoro- sa descripción del trabajo en aquellos estudios, aposentados en los áticos de las casas, en luminosas galerías acristaladas: “El primero que se pone a tiro ante la máquina es un joven, que por fin se echa la escopeta a la cara y está apuntando, inmóvil, seis o siete segundos hasta que el fotógrafo le dice que basta [...]. El joven pide que tiren cien ejemplares del retrato para otros tantos amigos. Y se va a la cacería descansado. Si le devora una fiera, ya puede morir tranquilo, porque ha dejado a la posteridad su retrato. Luego, en lugar de las reses disecadas y del telón del bosque pone el fotógrafo un altar, y un crucifijo, y un reclinatorio y varios libros de devoción elegantí- simos. Antes de que en este mueble se arrodille una dama vestida con negra arrogancia, hace el artista diferentes ensayos para buscar el mejor efecto del cuadro, cuidando de que aunque parezca que la señora mira al Cristo no aparte la vista de la máquina, y le coloca en una mano un libro y en la otra un rosario; la manda que no se mue- va, mueve él la máquina y retrato concluido. Y como la devoción de aquella dama necesita más público que la afición del joven a la caza, encarga trescientas tarjetas para otros tantos amigos [...]. La vo- luntad del retratado no entra para nada en la operación del retrato. Lo único que podía suceder, es que, afligidas las fotografías por la muerte de esta generación, dieran en ponerse amarillas y palidecie- sen tanto que al cabo se quedasen blancas”26.
La tarjetomanía se reflejó en la obra de los mejores escritores cos- tumbristas de la época. “Desde las primeras horas del día –escribió Antonio Flores–, está llena de gente la casa del fotógrafo, porque todos los que han de vivir tantos años como Matusalem, no quieren morirse sin dejar para la posteridad su retrato [...]. Si el bueno de Zabaleta hubiese alcanzado a vivir en este siglo de los retratos en tarjeta, y los más pequeños aún de sortija, y antes de saludarle las gentes les hubiesen pedido su retrato en tarjeta ¿qué habría dicho? Habría rectificado su juicio. Nosotros no tenemos que rectificar
el nuestro. Por eso nos parece bien que las gentes madruguen y corran a fijar sus figuras en el gabinete fotográfico”. El intercambio de retratos no se limitó sólo a las grandes capitales, sino que se extendió pronto a todas las ciudades del país. En 1861, el cronista gaditano Manuel Flores publicaba un texto elocuente, que parece
 26 Flores, Antonio, “Retratos en tarjeta”, op. cit.
El conocido escritor costumbrista Antonio Flores (Elche, 1820-Madrid, 1866), fue
uno de los observadores más atentos del desarrollo de la fotografía en España durante los días isabelinos. Retrato de Jean LAURENT, hacia 1860. (Ayuntamiento de Madrid. Mu- seo de Historia)



























































































   94   95   96   97   98