Page 95 - El rostro de las letras
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      78 RETRATOS PARA TODOS
El álbum de Pedro Antonio de Alarcón fue adquirido en París por José Zorrilla, que lo regaló a la mujer de Alarcón, Paulina Contreras Reyes. Con el tiempo, el álbum se fue completando con decenas de imágenes de literatos y de las personas del círculo social de la pareja. El álbum incluye también unas octavas retóricas de Manuel del Pala- cio, un escritor poco apreciado por Clarín, que le tenía por patriote- ro, vulgar y mercenario de cualquier causa bien retribuida. También se conservan otros álbumes privados como el de doña Emilia Pardo Bazán, que incluye retratos de hasta 1871, cuando la novelista acaba- ba de cumplir veinte años y llevaba ya cuatro de casada 25.
Para atender las crecientes demandas del público, los fotógrafos debieron ingeniárselas para atraer a sus estudios a los personajes más populares del día y convencerles para formar parte de sus Gale- rías de Hombres Ilustres. Se inició así una tenaz competencia entre los estudios por conseguir la mejor Galería, la más deslumbrante colección de retratos de personajes y personajillos, el más contun- dente museo de rostros populares. Y también aquí, en este arranque memorable del imperio de la fotografía, ocupó España un lugar se- gundón, abrumada por su insoportable cargamento místico del que habló Baroja. En aquellos años inaugurales, la fotografía en España no pasó de ser una actividad vicaria, dependiente de los grandes es- tudios y de la propia industria europea. Entre los cincuenta retratis- tas que entonces trabajaban en Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia y otras capitales importantes, más de la mitad había nacido fuera de España. Esta presencia extranjera fue tan contundente, que hasta las postrimerías del reinado de Isabel II, los profesionales de origen español no comenzaron a relevar a los Franck, Lorichon, Charles Clifford, Jean Laurent, el conde de Lippa, Poujade y otros ilustres supervivientes de los años del daguerrotipo, sin cuya presencia no se podría entender la fotografía española del siglo XIX.
En 1866, los padrones municipales reflejaban ya la existencia de medio centenar de estudios de retrato en Madrid, y otros tantos
en Barcelona. Gutiérrez Solana evocaba los días remotos en que los primeros pisos de las casas de las plazas céntricas de nuestras ciudades eran ocupados por los peluqueros, sastres y comadronas, mientras que en los áticos comenzaban a instalarse los “fotógrafos al daguerrotipo”. Gómez de la Serna recordó en su Elucidario de Madrid aquellas casas de la madrileña Puerta del Sol con sus pelu-
Versificador muy apreciado por su amigo Pedro Antonio de Alarcón, Bruno Moreno fue secretario de Enrique de Orleans, conde de Montpensier y preceptor de su hijo Fernando, con el que le retrató el fotógrafo sevillano Enrique GODÍNEZ. Hacia 1860 (Fundación Lázaro Galdiano)
 25 Yebes Andrés, Juan Antonio, El álbum de los amigos, Fundación Lázaro Galdia- no, Madrid, 2010.




























































































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