Page 93 - El rostro de las letras
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      76 RETRATOS PARA TODOS
La masificación de los retratos de celebridades pronto se hizo presente en la nueva sociedad. Se hablaba de ellos en la prensa, en los cafés y en los salones. “En este momento –se lee en Moniteur
de la Photographie, en 1862–, existe un verdadero furor por los álbumes fotográficos y los pequeños retratos en carte-de-visite. Lo cierto es que más de un buen burgués, para darse tono y aparecer como hombre cultivado, se compra un álbum y lo va rellenando con múltiples retratos, que valora como Dios le da a entender, sin que falten las personalidades célebres del momento, tratando así de hacerse pasar por amigo suyo”. En aquellos años, no hubo fotógra- fo con unas mínimas pretensiones que no ofreciese a su clientela su propia Galería de Celebridades. Eusebio Juliá, uno de los fotógrafos españoles de más talento, comercializó con éxito notable su catálo- go de efigies de “todas las eminencias de la Nación”, que vendía a través de sus conocidos Almanaques en diversos formatos, desde
la carte-de-visite hasta “tamaño natural”, tal como hacían Camille Silvy con sus Bellezas de Inglaterra y Disdéri con su Galería de
los contemporáneos. Y series similares fueron puestas a la venta por los fotógrafos más relevantes. La categoría de los estudios llegó a medirse por la cantidad y la importancia de los personajes que integraban sus series de celebridades, que vinieron a sustituir a
las antiguas colecciones de litografías editadas en las vísperas de la revolución fotográfica. “Hoy –escribió Antonio Flores en 1868–, todos tenemos un álbum, o dos, o tres, o los que podemos llenar
de retratos de los amigos; y el que no tiene amigos, como no puede prescindir del ábum de retratos, compra lo que quiere, lo que pue- de, porque ya nos venden a todos en pública almoneda. Nadie se escapa ya de ser retratado y de ser vendido” 24.
El álbum fotográfico se convirtió en un signo de distinción social, en una moda que pronto se introdujo en los salones de la alta sociedad, con lo que se fue creando una nueva industria cuyos di- seños competían en lujo, nacarados unos, encuadernados en pieles repujadas otros, con ostentosas incrustaciones de piedras preciosas y herrajes dorados, la mayoría. El álbum fotográfico vino a sustituir a aquellos enormes libros encuadernados “con lujo asiático” de los tiempos de Larra, para convertirse a la vez, en un valioso objeto que se mostraba a las visitas, verdadero repertorio de la vanidad social, archivo familiar y espejo iconográfico de los personajes más ilustres del día. En un momento en que la técnica pugnaba aún por
 Los almanaques constituyeron una de las grandes estrategias publicitarias de Eusebio Juliá. En ellos incluyó el fotógrafo los retratos de decenas de literatos y de otras “eminen- cias de la Nación”. Almanaque para 1873. (Biblioteca Nacional de España)
24 Flores, Antonio, “La sociedad de 1850”, de su libro Ayer hoy y mañana, Alianza Editorial, Madrid, 1968.

























































































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