Page 352 - El rostro de las letras
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TIEMPOS NUEVOS
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near la regeneración cultural de Cataluña, se quedó en ideólogo de la España de cerrado y sacristía que se sublevó contra la República. En aquellos largos años, los fotógrafos registraron su esbelta y elegante figura juvenil, de largos y disciplinados cabellos, tal como se le ve
en un retrato de Merletti tomado en los primeros días del siglo XX.
Ya entonces poseía unas cejas pobladas y se tocaba con un chapeau melón, que tanto irritaba a Juan Ramón Jiménez. Más tarde, cuando dejó atrás Cataluña y sus convicciones juveniles, también mudó su figura, que se fue haciendo más compacta y remilgada, subrayada por una mirada serpenteante, de mucha trastienda. En las vísperas republicanas era ya un hombre dominado por su máscara, como en- seguida advirtió Josep Pla. Una máscara que nunca abandonó, desde que sus hermosos cabellos comenzaron a emigrar de su cabeza de senador romano, hasta el gesto admonitorio con el que le sorprendió Nicolás Muller, en 1960. Para entonces era ya el escritor un hombre voluminoso, de contundente presencia, el gesto severo y la frente espaciosa, que subrayaba el protagonismo de las cejas. Entre medias le retrataron algunos conmilitones suyos, como Augusto Vallmitjana, uno de los cronistas gráficos de la escudería franquista. Algunas de aquellas fotografías no le hacen demasiado favor, como una tomada en Reus por Antoni Martra y Badía, ya en los días de la Guerra Civil, en la que hallamos la peor versión de Xenius, embutido en el uniforme del glorioso Movimiento Nacional que, más que su marcialidad, subrayaba lo estrafalario de su figura.
 Eugenio d’Ors Es un hombre de pose sibilina, serpenteante y afectado. Tiene una preocupación constante de ser tomado por un hombre excepcional. Aspira cons- tantemente a subrayarse. Habla con voz cursiva. Ya no podría pedir un par de huevos con una naturalidad mínima.
JOSEP PLA
Es muy probable que, en las postrimerías de su vida, don Eugenio d´Ors meditase sobre los serpenteantes lances de su vida, mientras pastoreaba a su gusto las Academias espa- ñolas. A pesar de sus magníficos Glosarios, hoy casi nadie le lee, que es el peor entierro para un hombre de letras. La fotografía de la izquierda fue tomada por Alejandro MERLETTI en 1908. La de la derecha la tomó Augusto VALLMITJANA en los primeros años de la pos- guerra. (Arxiu Fotogràfic de Barcelona)
  


























































































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