Page 31 - El rostro de las letras
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del escritor, sobrecogen sus decenas de retratos, tan generosamente registrados por las cámaras de Nadar, solo o en la compañía de las personas de su cercanía personal. Pero son los retratos póstumos
de Proust que tomó Man Ray los que más nos conmueven. En ellos encontramos la imagen de una persona ya definitivamente ausente, que acentúa su fragilidad como una pálida y sobrecogedora aparien- cia de lo que fue, habitante ya del tiempo perdido, del suyo y del de una clase social que tanto había amado y cuyo obituario compuso de manera magistral.
Para Paul Valéry, la fotografía no pareció tener consecuencias ni ventajas significativas para la literatura. Para él, la literatura debe- ría consagrarse a lo que sólo ella es capaz de alcanzar, cuidando de sus propios recursos y desarrollándose por sus particulares cami- nos. Opiniones semejantes mantuvo W. Benjamin en su célebre discurso pronunciado en el gran anfiteatro de La Sorbona el día 7 de enero de 1939, en el primer centenario de la fotografía, en el que se mostró tajante a la hora de negar cualquier tipo de influen- cia de la fotografía en la literatura. En los primeros días del dague- rrotipo, algunos anunciaron que las palabras acabarían dejando su sitio a las imágenes fotográfícas, como hicieron luego los grabados. Pero eso no sucedió; ni siquiera en el ámbito de lo creativo consi- guió la fotografía hurtarle su sitio a la literatura, por más que pron- to se mostrase capaz de penetrar en los recintos de la imaginación y la mixtificación. En lo que sí se mostró eficaz la fotografía fue en explorar, capturar y mostrar la realidad con nuevos ojos, desalen- tando a no pocos escritores a la hora de recurrir a las fuentes de
lo real. “La fotografía –afirmó Benjamin– acostumbró a los ojos
a esperar aquello que debían ver, y los instruyó a no ver lo que no existe y que veían claramente antes de ella. Pero, por el contrario, la posesión de este medio para reproducir las apariencias de la na- turaleza, no parece tener claras consecuencias ni ventajas para las Letras”. Los escritores y fotógrafos de mayor talento entendieron pronto que practicaban lenguajes diferentes, pero nunca rivales. Los retratos fotográficos tienen una historia, un relato particular, muy diferente de lo que nos propone la pintura, precisamente porque sabemos que las personas retratadas realmente existieron. Los primeros retratos constituían una experiencia verdaderamente misteriosa y sugerente, como nos ha dejado dicho David Octavius Hill, el mejor retratista de los días del calotipo y quizás de todo
Víctor Balaguer (1824-1901) fue uno de los pocos literatos españoles incluidos por
E. CARJAT en su conocida Galería de Celebri- dades. Este retrato fue luego reproducido y comercializado por algunos fotógrafos como MASAGUER. Hacia 1860 (Colección particular)
 


























































































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