Page 27 - El rostro de las letras
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    10 EL ROSTRO DE LAS LETRAS
Nadar, que realizó los mejores retratos del escritor, nos ha contado en su libro de memorias Quand j’ètais photographe, la inquietud del maestro ante sus retratos fotográficos, que él pensaba que sólo llegaban a mostrar una de las múltiples capas superpuestas de su imagen real. Como otros escritores y artistas de su tiempo, Bal-
zac atribuía a la fotografía poderes extraordinarios cercanos a la brujería, muy en la línea con las corrientes espiritistas que veían en los retratos fotográficos virtudes ocultas relacionadas con el alma. El mismo Gautier pensaba que el invento de Daguerre tenía no poco de sobrenatural. Adepto al espiritismo, como el propio Balzac, defendía enfervorizadamente el poder mágico del daguerrotipo. “La fotografía –escribió– no es sólo una simple operación química y mecánica. Todo lo que el hombre toca recibe una huella del alma, que se hace visible a través de los rayos luminosos y una relación de fluidos que la ciencia aún no es capaz de determinar, pero que no por eso deja de existir. Se nos plantea aquí una cuestión delicada: ¿puede el alma influir en la materia? El magnetismo parece decir- nos que sí”. 5
En los días en que Balzac tuvo las primeras noticias de la daguerro- tipia, no ocultó un indisimulado temor por la descomposición de su propia efigie, fijada en las emulsiones de plata de los daguerrotipos. No obstante, en 1842, en los días en que iniciaba la edición de La comedia humana, no dudó en acudir al estudio de los hermanos Bis- son para hacerse el retrato al daguerrotipo que luego popularizaron las reproducciones realizadas por el primer Nadar. Este repentino entusiasmo de Balzac por la fotografía se manifiesta en una carta dirigida a Madame Hanska, con la que tantas intimidades compartió el escritor. “Acabo de volver del estudio de daguerrotipos –escribió– y vengo absolutamente fascinado por la perfección con que trabajan con la luz”. La capacidad del daguerrotipo para captar el color, el perfume, las cosas invisibles que el ojo no ve, ya la había anticipado el escritor en las últimas páginas de Louis Lambert (1835), cuatro años antes de que se hiciese pública la invención del daguerrotipo. En los días que siguieron, nunca ocultó Balzac su entusiasmo por Daguerre y su diorama parisiense: “Si alguien le hubiese dicho a Na- poleón que las personas o los edificios podrían quedar permanente- mente representados en una imagen, lo habría enviado al manicomio de Charenton. Y sin embargo, ¡es precisamente esto lo que Daguerre ha demostrado con su descubrimiento!”.
Th. Gautier, que viajó por España con una cámara de daguerrotipos, pensaba que la fo- tografía tenía no poco de sobrenatural. Retrato de Félix NADAR, 1858 (Colección particular)
 5 Segunda Exposición de la Société Française de la Photographie, 1855. Publicado en L´Artiste. Citado por André Rouillé en “L´Empire de la Photogra- phie”, Ed. Le Sycomore, París, 1982.





























































































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