Page 25 - El rostro de las letras
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sus detalles externos, desde su formato hasta su presentación en estuches lujosamente repujados en cuero. El coloreado de la placa metálica le proporcionaba todas las cualidades cromáticas de la miniatura, con lo que el daguerrotipo acabó convirtiéndose en un objeto de culto, aureolado por su singularidad y por su condición de pieza única, como la propia miniatura. Pero, mientras que esta llegaba a costar entonces hasta 175 reales de vellón, el daguerrotipo apenas alcanzaba los 50, y su precio no dejó de menguar con los años, hasta convertirse en algo cotidiano, al alcance de las mismísi- mas clases medias.
De entre todos los géneros del daguerrotipo, fue el del retrato el que antes fue reconocido en los ámbitos artísticos y literarios. Hasta entonces, sólo los artistas y los escritores se habían mostra- do capaces de realizar el retrato individual de sus modelos. Pero todavía hoy no sabemos con certeza si la fotografía dejó una huella profunda en la literatura, tal como lo hizo en el resto de las artes de representación. Un detallado estudio llevado a cabo recientemente por Josep Martí nos dice que sólo unos pocos escritores prestaron la debida atención al nuevo lenguaje que se desarrollaba ante sus ojos, y menos aún una atención profunda. De las casi seiscientas obras consultadas por Martí, sólo en un cuarenta por ciento se en- cuentran referencias a la fotografía, aunque no siempre como obje- to de interés en sí mismo. Y cuando se limita el periodo de estudio a los años comprendidos entre 1840 y 1865, este porcentaje disminu- ye considerablemente, hasta llegar a un treinta por ciento. Propor- ción que aún se reduce más, al explorar en las obras correspondien- tes a la primera década de la fotografía, entre 1839 y 1849, justo los años que acotan el periodo álgido de la práctica de la daguerrotipia4 Si hay que creer a los propios escritores, la influencia de la dague- rrotipia en la literatura no existió o fue insignificante, aunque hoy ya sabemos que produjo una profunda conmoción entre algunos. Sólo hay que leer a los que pasan por ser sus detractores, como Baudelaire, que tan obstinadamente se opuso a las pretensiones artísticas de los fotógrafos. Tanto él como François-Victor Fournel, en los días azarosos de la revolución de 1848, predicaron la reduc- ción de la fotografía a un papel meramente segundón, apto sólo para los recuerdos de familia. Pero no debe olvidarse que fue Baudelaire uno de los primeros en advertir las cualidades testimo- niales de la fotografía, su capacidad para “preservar del olvido los
  ANÓNIMO. Retrato del poeta y dramaturgo Jaume Tió i Noè (Tolosa, 1816-Barcelona, 1844). Daguerrotipo, hacia 1840 (Biblioteca Nacional de Catalunya. Barcelona)
ANÓNIMO. Nicolau Manent (Mahón, 1827-Bar- celona, 1887), autor de zarzuelas y colabo- rador de escritores como Víctor Balaguer,
José Zorrilla y Joan Cortada. Daguerrotipo, hacia 1850 (Biblioteca Nacional de Catalunya. Barcelona)
4 Martí i Baiget, Josep, “Notes sobre daguerreotips del segle XIX.”. Para realizar este trabajo, Baiget consultó unas seiscien- tas obras literarias escritas en el siglo XIX.




























































































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