Page 225 - El rostro de las letras
P. 225

    208 ESCRITORES Y FOTÓGRAFOS
revolucionario, al movimiento socialista que difunde la instrucción a las grandes masas, los lectores que antes se contaban por docenas, son millones” 50.
En el umbral del siglo XX la vida editorial apenas existía en España, y desde luego no era proporcional a la innúmera legión de escritores y aspirantes a tales, que acudían a la llamada de las grandes ciudades, en especial a Madrid, como las moscas a la miel. En la capital tenía una considerable notoriedad la editorial Hernando, célebre por su colección de clásicos y las obras de Galdós; y la de Victoriano Suárez, que entonces acometía la tarea de editar a Menéndez Pelayo y Juan Valera. Como el viejo López de Barcelona, disponía Suárez de libre- ría propia como garantía de la venta y distribución de sus ediciones en la calle Preciados, a un paso de la Puerta del Sol. Muy cerca, en
la plaza de Santa Ana, aún resistían las históricas librerías de los franceses Dossat y Bailly-Bailliere. A un tiro de piedra, en la recién abierta Gran Vía, se estableció la Casa del Libro, animada por las edi- toriales Calpe e Hijos de J. Espasa Editores. En general, la industria editorial madrileña pecaba de garrula y cicatera. Buena muestra fue el caso de un personaje tan estrafalario como el ya mentado Gregorio Pueyo (1860-1913), al que Eduardo Zamacois recordaba vendiendo fotografías sicalípticas por los cafés de la capital, antes de convertirse en editor de la emergente tropa modernista 51.
En Barcelona, que aventajaba a Madrid en su actividad editorial, continuaba funcionando en las Ramblas la popular Librería Española, regentada por Antoni López, padre e hijo. En aquel establecimiento anidaba todo tipo de gentes, escritores, artistas y fotógrafos. A Josep Pla, que también la frecuentó, debemos el mejor testimonio de aquel histórico tabuco: “Desde la ventanilla, López recibe los originales, que paga alargando un duro o dos a los colaboradores. Desde su asiento escucha a Ángel Pestaña con un arrobo levemente irónico y una re- serva disimulada de hombre de mundo; habla con Prudenci Bertrana; con Marius Aguilar [...]. Su cabeza rotunda y su expresión de astucia se unían sin solución de continuidad con su cuello corto y sus espaldas paquidérmicas. A veces salía de su jaula para vender un libro. Llevaba el cráneo rapado y reluciente, una chalina de seda negra y una barba en forma de perilla”. A la Librería Española le sucedieron otras, como la Librería Catalonia de la Plaza de Cataluña, establecida en 1924 por Antonio López hijo. Entre 1928 y 1930 tuvo una presencia destacada
Establecimiento de La Novela Ilustrada, una de las empresas nacidas al calor del éxito de las novelas por entregas. Hacia 1915 (Colec- ción particular)
 50 Prólogo al libro Los oprimidos, de Julián Pérez Carrasco. Citado en la obra de Mari Cruz Seoane y María Dolo-
res Sáiz, Historia del periodismo en España, Alianza Editorial, Volumen III, Madrid, 1993.
51 Buil Pueyo, Miguel Ángel, op. Cit.


























































































   223   224   225   226   227