Page 98 - Perú indígena y virreinal
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los jesuitas y los informes de Esquivel y Navia, por lo menos en los sectores más popula- res, las prohibiciones de Mollinedo habrían radicalizado en el siglo XVIII la indianización del culto católico. Era durante las fiestas en homenaje al apóstol Santiago y a san Ignacio de Loyola —santos patronos de la ciudad del Cusco— que en las iglesias rurales surandinas se vestía al Niño Jesús de inca. Más peligroso aún, en estas fechas los hechiceros andinos evocaban al apóstol Santiago Illapa (Trueno) como si éste fuera una de sus divinidades precolombinas y cuando éste se les aparecía sobre su caballo blanco, instruía a los indios en el uso adivinatorio de la hoja de coca y les recomendaba que no fuesen a misa, ni reza- sen el rosario ni se vistiesen como españoles (Esquivel y Navia, 1901, pp. 222-223; Polia Meconi, 1999, pp. 528-531), Santiago también era el santo de la resistencia indígena.
Efectivamente, después de 1700, con el cambio de dinastía y las subsiguientes reformas borbónicas que desencadenaron un siglo de grandes conspiraciones y rebe- liones indígenas, el Niño Jesús Inca cobró para los indios profundos sentidos contestatarios y reivindicatorios. Su ambivalencia simbólica no dejaba en claro si los feligreses adoraban al Niño Jesús vestido de inca o si más bien, se trataba de un inca católico ataviado como un Mesías inca porque —tal como lo habría vaticinado san- ta Rosa de Lima— el inca aparecería para restaurar el Tawantinsuyo. Esta tradición iconográfica y profética se mantiene vigente, aparentemente, hasta la gran rebelión de Túpac Amaru II, pues, en 1781, cuando muere Die- go Túpac Amaru, el hijo pequeño del inca alzado en armas, el cura de la doctrina de Pampamarca lo entierra con mascaypacha y túnica de obispo (Ibid, p. 112). Las dos insignias del poder real y episcopal que ostentaba el Niño Jesús Inca simbolizaban los reclamos esenciales de los incas rebeldes, discípulos de los jesuitas: a decir, una aristocracia política y un sacerdocio indígena con derechos y privilegios propios. En todo caso, tras esta rebelión, precisamente en 1781 el visitador general Joseph Antonio de Arreche emprendió en los Andes una campaña iconoclasta con la que destruyó todo vestigio de la cultura inca entre la nobleza indígena, inclu- yendo los retratos de los caciques con sus escudos heráldicos reconocidos por la monarquía hispana en tiem-
pos de los Austria.
Si bien los misioneros jesuitas trabajaron con «congregaciones de toda suerte y estado de gente», por
citar a Bernabé Cobo, es decir, con todos los estratos sociales y étnicos, en el Perú ellos tenían a su cargo los colegios para hijos de caciques (Cobo, 1964, p. 425). Esto permitió que los jesuitas intentaran implementar en Cusco un ambicioso proyecto político de corte teocrático consolidado mediante matrimonios estratégicos que entroncaban a la dinastía inca con la dinastía de santos de la Compañía de Jesús. A finales del siglo XVI Mar- tín de Loyola, nieto del hermano mayor de san Ignacio de Loyola, fue desposado con la ñusta Beatriz Clara Coya, descendiente directa del inca Huayna Cápac, y luego, la hija de ambos, es decir, Ana María Clara Coya de Loyola fue desposada con don Juan Henríquez de Borja, biznieto de san Francisco de Borja (García Saiz, 2002, pp. 207-216). La trascendencia política de estos matrimonios explica que durante ciertas fiestas hasta el año de 1741, se escenificaran estos matrimonios en vivo en el atrio de la iglesia de la Compañía del Cusco (Esquivel y Navia, 1980, p. 434). En el siglo XVIII, por la coronación del monarca Fernando VI, fray Francisco del Castillo Andraca y Tamayo († 1720) —mejor conocido como el «Ciego de la Merced»— y a nombre de los Naturales de la Ciudad de Lima, escribe una larga Loa para la Comedia Intitulada la Conquista del Perú, don- de pormenoriza las ramificaciones genealógicas y alcances de estos célebres matrimonios. Al final, la nación peruana le advierte al rey:
Fig. 4 Anónimo cusqueño. Altar procesional del Niño Jesús venerado
por la cofradía del Nombre de Jesús a
la entrada de la iglesia de la Compañía en Cusco, ca. 1674-1680, Cusco, Museo del Palacio Arzobispal
EL «NIÑO JESÚS INCA» Y LOS JESUITAS EN EL CUSCO VIRREINAL [ 105 ]