Page 100 - Perú indígena y virreinal
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lima
en el siglo XVII
López de Caravantes, Noticia
Si vas a las Indias verás a Lima, el mejor fruto de española empresa, Lima, que al rey en la mesa no se la ponen mejor.
Lope de Vega, La noche de San Juan (Jornada segunda)
LOS BLASONES DE LIMA
Para estimar en toda su dimensión el porqué de la supremacía de la Ciudad de los Reyes —título oficial de Lima a lo largo del siglo XVII— y apreciar los alcances de su gravitación en el área meridional de las Indias españolas, es menester hacerse cargo de que durante esa centuria ostentó simultáneamente la capitalidad de un virreina- to cuya extensión abarcaba el territorio que hoy ocupan ocho países —Panamá, Ecuador, Perú, Bolivia, Para- guay, Uruguay, Argentina y Chile—; ejerció de metrópoli —para cuyo primado, ya entonces, se impetró reitera- damente la púrpura cardenalicia— con ocho diócesis sufragáneas; fue sede de audiencia y asiento (hasta 1648) de la única universidad en el hemisferio austral, así como cabecera de distrito de un tribunal de la Santa Inqui- sición. En el terreno económico, Lima constituyó emporio financiero como caja central de las rentas reales y en lo mercantil fue reconocida como plataforma comercial abastecedora de plazas dependientes. Su Tribunal del Consulado rivalizó con el hispalense. Cobijó hasta bien avanzado el siglo XVIII la única imprenta regional y, por último, los contemporáneos la proclamaron hiperbólicamente como la Atenas del Nuevo Mundo.
De esa múltiple principalidad era testimonio protocolar la inclusión en lugar de honor, entre los veinti- cuatro esquemas heráldicos que proclamaban la gloria de la Monarquía del Barroco, alienados en el friso del Salón de Reinos del palacio del Buen Retiro, del escudo de Lima como símbolo del virreinato, vale decir el rei- no del Perú. En tal virtud, se le había reconocido a Lima el privilegio de gozar de representación en Cortes y su agente en Madrid solía ser recibido con investidura de embajador. Con razón los cronistas locales que cantaban las excelencias lugareñas proclamaban ufanos la jerarquía de la urbe como corte y no vacilaban en emparejarla con Lisboa, Sevilla o Venecia.
La propia Corona declaraba tal jerarquía, pues de los quince mandatarios que gobernaron el Perú duran- te el siglo XVII —varios de ellos con méritos propios por sus dotes literarias—, siete fueron promovidos desde
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general del Perú, 1630, Madrid, Patrimonio Nacional, Biblioteca Real (manuscrito 1632, portada miniada)
Guillermo Lohmann
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