Page 93 - Perú indígena y virreinal
P. 93
transfiguración para argumentar que la Virgen de Guadalupe se había aparecido en Nueva España para ense- ñarle al indio Juan Diego las rosas de Castilla que prefiguraban el nacimiento de la primera rosa americana con la que se inauguraría una nueva edad de oro espiritual hispanoamericana. Que su culto articuló la primera eta- pa del pensamiento criollista lo demuestra el hecho de que tras ser beatificada en 1668, santa Rosa fue decla- rada —cosa excepcional y con dispensa papal— patrona universal de toda la América y de los dominios de España antes de su canonización, en 1671.
Aún queda por documentarse los orígenes étnicos de santa Rosa. En el título mismo de su proceso ordi- nario de beatificación se hace hincapié que la «bendicta soror Rosa de Santa María» era una «criolla desta Ciu- dad de los Reyes»; ella era —por usar el testimonio de Antonio de la Vega Loayza, confesor jesuita de Rosa— la «sancta Criolla» de «toda esta insignia República» (MSRSM, Proceso Ordinario 1617-1618, fol. 208). Pero otros indicios apuntan a que la santa era de origen mestizo. En su sermón panegírico predicado en Madrid en 1668 durante sus fiestas de beatificación, el franciscano criollo fray Gonzalo Tenorio revela haber conocido personal- mente a la familia y el entorno de la santa y asegura que sus abuelos maternos —don Francisco de Oliva e Isabel Herrera—, eran «puros Indios, de los nuevamente convertidos» (Parra, 1670, p. 634) ¿Sería este el motivo de fon- do por el que María de Oliva, la madre de la santa, no dejaba que nadie osara llamar a su hija por su nombre de pila, «Isabel» Flores de Oliva, similar al de su supuesta abuela indígena? ¿Estaba aquí la clave de su cambio de nombre, de Isabel a Rosa, cuando el santo arzobispo Mogrovejo le administró el sacramento de la confirmación?
Es difícil demostrarlo aunque existía una causal importante para ocultar sus orígenes raciales. A ini- cios del siglo XVII, los dominicos tenían prohibido —salvo raras excepciones— el ingreso de indios y mesti- zos en su orden religiosa; sólo admitían a españoles y a criollos (Tibestar, 1955, p. 230-231). Es más, en el siglo XVIII el Planctus Indorum —citado anteriormente— se ampara en el origen racial mixto o mestizo de santa Rosa para asegurar que los americanos estaban capacitados no sólo para el sacerdocio sino para la santidad. Recordemos que ya en tiempos de Carlos II, un cacique indígena de Jauja (Perú), llamado Jeróni- mo Lorenzo Limaylla, infructuosamente intentó que se autorizara en España la creación de una orden de caballería para «los descendientes de ingas y moctezumas», bajo el patrocinio de santa Rosa (Lohmann Villena, 1947, XXVIII). Un indio visionario, el célebre sastre chiclayano Nicolás Ayllón (1632-1677) —fundador de un beaterio en Lima y a quien se le abre un proceso de beatificación—, vio a santa Rosa ingresar en el Cielo antes de que subiese a los altares. Portaba —según él y así la mando pintar— sus emblemas criollis- tas en cada mano: sostenía al Niño Jesús (con el anillo nupcial) dentro de una guirnalda de rosas, flores y olivas, que aludían secretamente a los nombres criollos de sus padres: a don Gaspar Flores y doña Isabel Oli- va y, en otra mano, a la Ciudad de Lima —la nueva Ciudad de Dios— sobre el Ancla, símbolo de la esperanza (véase Cuadriello, 2003).
En plena época borbónica, la nobleza indígena también le atribuyó a santa Rosa una profecía política apócrifa, con contenidos políticos reivindicatorios, que terminó por movilizar muchas de las conspiraciones y rebeliones indígenas del Perú preindependentista, desde 1750 hasta 1783. Según la profecía después de dominar los reyes de España tanto tiempo como los incas, el cetro caería de manos de los monarcas hispa- nos y el antiguo Tawantinsuyo sería restaurado por un inca (Stevenson 1825, pp. 290-291; Mujica Pinilla, 2001, pp. 340-347). No se trataba, curiosamente, del retorno al tiempo gentílico de los incas y de sus anti- guas idolatrías. Más bien, la profecía auguraba la restauración de aquel orden monárquico virreinal, anterior a las reformas borbónicas ilustradas asociado con el gobierno espiritual y temporal de los jesuitas. Estos,
[ 100 ] RAMÓN MUJICA PINILLA