Page 86 - Perú indígena y virreinal
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 TRIUNFO DEL CHURRIGUERESCO
Una de las notas características del pleno barroco estuvo dada por el triunfo de la columna salomónica en los reta- blos. Este elemento clave se iría extendiendo rápidamente desde Lima y sería adoptado en todo el virreinato al entrar el siglo XVIII. Es probable que su introducción se deba al arquitecto vasco Diego de Aguirre, activo en la capital des- de 1665 hasta su muerte, acaecida en 1718. En 1675, Aguirre presentaba un proyecto de altar mayor en forma de bal- daquino para la catedral. Aunque no se llegó a concretar, él mismo emplearía los mencionados soportes en obras posteriores. Los jesuitas acogieron rápidamente esta nueva modalidad, que se adecuaba al boato y a la riqueza del culto propugnados por esa orden. A falta de documentación, puede presumirse que los ocho retablos barrocos y dorados de la iglesia de San Pedro de Lima se relacionan con ese importante maestro.
Entre los continuadores más fecundos del estilo de Aguirre figura el ensamblador mestizo José de Castilla. No sabemos si fue discípulo directo de aquél, pero de hecho difundió sus maneras y fijó las peculiaridades del reta- blo barroco limeño. En 1708 Castilla y su taller contrataron el mobiliario litúrgico de la iglesia monacal de Jesús María, conjunto de altares churriguerescos y dorados que logró salvarse excepcionalmente de la reforma neoclási- ca, junto con la serie similar en el pueblo vecino de Magdalena, relacionada sin duda con la manera de Castilla.
La difusión de los retablos salomónicos hacia el interior no se haría esperar. En el Cusco, el gran ensam- blador del período es el maestro Juan Esteban Álvarez, quien domina con su infatigable actividad la etapa com- prendida entre 1685 y 1730. La escuela de Huamanga recibirá, a su vez, un gran impulso con el trabajo de José de Alvarado, quien se trasladó desde Lima en 1702 para levantar sendos retablos en las iglesias de Santa Tere- sa y la de la Compañía de Jesús. Otro foco importante estuvo en Arequipa, donde se halla documentado el maes- tro Bernardo de Cárdenas, autor del altar de San José, en el templo de Santa Teresa, fechado en 1732. Finalmente, cabría citar a Fernando Collado, artífice mulato que encabezó la escuela de retablos barrocos en Trujillo, cuya obra maestra es el altar mayor del monasterio del Carmen, concluido en 1759.
RENOVACIÓN DE LA IMAGINERÍA LIMEÑA
A mediados del siglo XVIII irrumpe en Lima la figura de Baltasar Gavilán, legendario imaginero mestizo, y con él se percibe un impulso renovador de tono realista en la escultura capitalina, un tanto agotada por la repe- tición rutinaria de fórmulas andaluzas. Esta tendencia verista alcanza su punto culminante en la figura pro- cesional de La Muerte, representada como un arquero a punto de disparar su saeta.
Se atribuye al mismo artista la escultura ecuestre de Felipe V que coronaba el arco levantado sobre el puente del río Rímac, obra destruida durante el sismo de 1746. Este habría sido el primer monumento de su género en el continente americano. Realizada en madera policromada, la efigie real y su contexto arquitectóni- co se relacionaban con las estructuras efímeras que la ciudad seguía erigiendo en las grandes ocasiones festi- vas o luctuosas, con la participación de los mejores ensambladores y escultores del momento.
De hecho, esculturas como La Muerte arquera figuraban en los aparatosos túmulos funerarios dedica- dos a los principales dignatarios o a los miembros de la casa real española. Según la leyenda recogida por Ricar- do Palma, el efectismo truculento de esta representación habría ocasionado el fallecimiento del propio artista al ver terminada su obra. Más allá de la anécdota literaria, quizá cabría identificar a Gavilán con el escultor mes- tizo Baltasar Meléndez, autor documentado de la estatua orante del virrey arzobispo Diego Morcillo y Rubio de Auñón (1743), en su capilla funeraria de la catedral, al igual que de otra efigie similar del conde de Santa Ana de las Torres. Todas estas piezas evidencian el apogeo de la escultura funeraria en la capital durante esta etapa.
 ESCULTURA, RETABLOS E IMAGINERÍA EN EL VIRREINATO [ 93 ]


























































































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