Page 76 - Perú indígena y virreinal
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ejercicio informal de la profesión. A imagen y semejanza del gremio sevillano, los pintores de Lima se habían pro- puesto vigilar los talleres sujetándose a un conjunto de ordenanzas a la manera de las que regían en Sevilla.
Este período significará el advenimiento definitivo de las tendencias naturalistas y barrocas procedentes de España y Flandes. La representación verista tuvo expresiones culminantes, aunque efímeras, en un grupo de retratos de religiosos y catedráticos realizados al promediar el siglo, entre los que destaca el de Diego de Verga- ra y Aguiar (Lima, Museo de la Universidad de San Marcos), verdadera obra maestra del género emparentada con el estilo sevillano de la época juvenil de Velázquez. Otra vertiente exitosa estuvo constituida por las vistas urbanas, que daban expresión al orgullo ciudadano de la emergente identidad criolla. Por encargo de la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad —compuesta en buena proporción por alarifes y carpinteros criollos—, hacia 1665 se realizaron los dos grandes lienzos apaisados que describen, con un estilo similar a la pintura sevillana del momento, los «pasos» de la procesión limeña del Santo Sepulcro durante las ceremonias del viernes santo.
AUGE DE LA ESCUELA DE LIMA
Pero la escuela limeña sólo hallaría su plenitud durante el último tercio del siglo. Una de sus expresiones más nota- bles se encuentra en el ciclo de pinturas sobre la vida de san Francisco de Asís (1671-1672) que decora el claustro de su orden. Esta obra logró convocar a los artistas criollos que gozaban de mayor aprecio en la ciudad. Según el cronista fray Juan de Benavides, la serie fue pintada por cuatro maestros, «después de haberlos escogido por los mejores». Se refería a Francisco de Escobar (activo entre 1649-1676), quien al parecer dirigió las obras, Pedro Fer- nández de Noriega († 1686), Diego de Aguilera (1619-1676) y el esclavo Andrés de Liébana, cuya maestría en el ofi- cio no deja de llamar la atención en el contexto de la sociedad colonial. Los resultados pusieron en evidencia el espíritu ecléctico y europeizante de la pintura limeña, capaz de conciliar —en palabras de fray Miguel Suárez de Figueroa— «la curiosidad estudiosa de los países de Flandes, los curiosos estudios de Roma y los cuidados exce- lentes de Florencia». En medio de este mundo narrativo enteramente artificioso, poblado de arquitecturas clásicas y bosques flamencos, Francisco de Escobar insertó su autorretrato —acompañado por un hijo suyo— en el cua- dro inicial. Significativamente, Escobar reelaboraba así la imagen del artista caballero que había caracterizado la lucha por el reconocimiento social de los grandes maestros españoles del Siglo de Oro.
Aún durante esos años, el trasvase de pintores capitalinos hacia los Andes seguía siendo un claro indicio de la vitalidad de Lima como centro artístico. Varios miembros del frustrado gremio de 1649 se trasladarían al Cusco en los años siguientes. El terremoto de 1650 había devastado la ciudad, por lo que fue preciso reconstruir casi todos sus edificios eclesiásticos. Seguramente atraídos por la formidable demanda cusqueña de esos años, marcharon desde Lima Juan Calderón y Francisco Serrano. Este último, llegado hacia 1659, decoró la nave de la iglesia de Tinta con escenas de la vida de Cristo inspiradas en estampas de Schelte Bolswert y Carel van Mander.
INICIOS DE LA ESCUELA CUSQUEÑA
Por entonces, el uso de prototipos grabados ya se había generalizado entre los pintores del Cusco. Uno de los primeros artistas locales que se valieron de las estampas de Rubens fue Lázaro Pardo de Lago (activo entre 1630-1669). Su Asunción de la Virgen (1632) para la parroquia de san Cristóbal tomaba como punto de partida la composición homónima que grabó Paul Pontius según diseño original de Rubens. La hibridez formal resul- tante diluye el complejo dinamismo del maestro flamenco. Paralelamente, Lázaro Pardo explora un inquietante naturalismo en los cuadros encargados por la comunidad franciscana. Entre ellos destacan un par de lienzos
LAS ESCUELAS PICTÓRICAS VIRREINALES [ 83 ]