Page 70 - Perú indígena y virreinal
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  a dar sentido a los antiguos ejes, entre los cuales sobresale el del este-oeste que se transforma de manera casi natural en la «vía sacra» de la ciudad. Las intervenciones de los primeros años de la conquista van a trabajar en tal sentido, pero la configuración de esa ruta sagrada seguirá ratificándose a lo largo de los siglos cuando una y otra vez se coloquen o reacondicionen edificios y monumentos en toda su extensión.
A ello contribuirá también la fiesta, algo que siempre estuvo presente en la vida de la ciudad, aun habien- do discrepancias sociales, personales y políticas. Las celebraciones podían ser tanto un acontecimiento religio- so cuanto cívico y aun un mero entretenimiento, adquiriendo facetas muy diversas. El tema fue muy importan- te no sólo en los primeros años de la dominación hispánica sino también en las etapas sucesivas. El cronista Diego Esquivel y Navia, cuando anota acontecimientos pasados y cuando escribe sobre su propio siglo XVIII, siempre le da un sitio preponderante a la mención de las fiestas, detallando además los recorridos, los adornos de la ciudad y demás minucias. Sus relatos nos muestran procesiones religiosas en honor de san Marcos, san- to Domingo, san Cristóbal, así como las celebraciones con ocasión de los traslados y fundaciones, como las beatas de la Recoleta, el hospital del Espíritu Santo y la iglesia y monasterio de Santa Clara. Para el traslado de éstas, se adornaron las calles con colgaduras y tapicería, y la procesión solemne fue acompañada por la noble- za, los ciudadanos y mercaderes, y hasta un escuadrón militar.
Lógicamente, la ruta seguida iba uniendo los puntos más significativos de la ciudad como la catedral, la iglesia de San Francisco o la de la Merced entre otros. Pero eso no representaba sólo marcar los hitos cris- tianos sino, de algún modo, dar un nuevo significado a los lugares que eran reconocidos por el indígena como «sagrados», al igual que las mismas fiestas católicas, que iban cubriendo viejas creencias andinas y renovando antiguos ritos. La llamada «vía sacra» se reiteró una y otra vez y es la que hasta hoy se acusa en desfiles, pro- cesiones y hasta en el camino preferido de los peatones.
Antiguas tradiciones españolas están presentes con nueva forma, como las Cruces de Mayo, llamada aquí «Cruz Velacuy», pues se vela la cruz la víspera de la fiesta. También hubo solemnes actos universitarios, oposiciones a cargos eclesiásticos, juegos de cañas y hasta la costumbre de poner el «Vincitor» con almagre después de un examen, aunque algunas de estas cosas fueron olvidándose o perdiendo brillo. Sin embargo, entre todas las celebraciones se destaca la del Corpus Christi, a la que el concilio tridentino recomendaba dar importancia. En el Cusco esta festividad, movible alrededor del solsticio invernal del hemisferio sur y cuyo día central siempre se celebra en jueves, coincidía con una tradicional fiesta del incanato en honor del Sol, llamada Inti Raymi que se celebra cada 24 de junio. Evidentemente, ello posibilitó la asociación de ambos símbolos que se tradujo en múltiples aspectos de la evangelización.
La festividad cristiana abarca una semana entre la llegada de las distintas imágenes procedentes de sus respectivas parroquias a la catedral, los ritos pertinentes dentro de la misma, la proce- sión junto a la sagrada Eucaristía y el regreso de las imágenes a sus templos de origen. En este proceso participan catorce imágenes, que coinciden con el número de monarcas incas. La semana del Corpus se anima con una serie de carreras entre algunos de los san- tos, como san Sebastián y san Jerónimo, y las apuestas sobre cuál de ellos llegará pri- mero al centro desde sus respectivas parroquias. Incluye también visitas previas y poste- riores a algunas de las iglesias del centro de las vírgenes y santos que salen de las parroquias periféricas del Cusco, así como la estadía de varias noches de todas las imá- genes en la catedral.
 Fig. 3 Portada de la capilla del colegio de San Bernardo en Cusco, muros
de transición siglo XVI y portada
siglos XVII-XVIII
 Fig. 4 Calle Atunrumiyoc de Cusco, muro incaico sobre el que se superpone el muro colonial
   LA CIUDAD DEL CUSCO: SUPERPOSICIÓN DE CULTURAS [ 77 ]

























































































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