Page 50 - Perú indígena y virreinal
P. 50

   fuerzas sobrenaturales poblaban el mundo y eran la esencia que movía el tiempo; fueron las protagonistas de los diferentes ciclos de la creación hasta conseguir el que habitaban los andinos.
El manejo de lo sobrenatural recayó en manos de especialistas: en el caso de los ambientes rurales, en los cabezas de linaje o en gente dotada de esencias especiales; en el caso de los centros de integración, en los señores locales; y en las capitales políticas, en el gobernante, que actuaba como sumo pontífice, responsabilizándose del control de las fuerzas de la naturaleza, la curación de la enfermedad, la adivinación del futuro, la tutela de la comunidad o del dominio político. Tal sistema de creencias estaba funda- mentado en una práctica ritual de carácter chamanístico que hundía sus raíces en las pri-
meras etapas de ocupación del territorio. En el chamanismo, el mundo material corre paralelo a otro sobrena- tural en que viven dioses, espíritus y antepasados, y los especialistas religiosos son capaces de pasar de un mundo a otro y de actuar en los dos planos de la realidad. En el caso andino, esta ideología fue políticamente manipulada y sirvió para sancionar y ordenar una sociedad desigual, estratificada.
Además de estas divinidades esenciales que documentan la existencia de una religión panandina, cada una de las culturas —Tiwanaku, Moche, Nasca...— incluyen en su iconografía la representación de mamíferos marinos, conchas, peces, venados, zorros, llamas, rapaces, plantas como pallar, maíz y calabaza, y productos esenciales para su economía, muchas veces mezclados con rasgos antropomórficos y monstruosos, que repre- sentan seres ligados con el sustento diario, guardianes de la fertilidad y el éxito de las comunidades. En ellas aparecen deidades de culto local y regional importante: Wari en la región de Ayacucho; Tunupa y Viracocha en el Titicaca y el Collao; Ichma y Pachacamac en la costa central; Chiapaec, Aiapaec y Con en la costa norte duran- te la etapa moche; Shi (la luna) y Ni (el mar) en la costa norte en la etapa chimú.
El éxito político estuvo ligado al favor de las fuerzas sobrenaturales, lo que originó intentos permanen- tes de manipulación de la ideología comunitaria. Una parte esencial de este éxito se asentó en la adecuación de una antigua práctica, la veneración de los ancestros, a la politización creciente de la sociedad, la cual culminó con los grandes cultos reales a los antepasados. La génesis de este culto fue una práctica social relacionada con el ceremonial de enterramiento y la conmemoración de miembros específicos de generaciones ascendentes dentro de grupos de parentesco. Con él, los gobernantes andinos aseguraron que los recursos, los privilegios y el poder político que ellos controlaban, fueran transmitidos a lo largo de generaciones y, en consecuencia, sir- vieran de separación entre ellos y el resto de la comunidad. Esta práctica tuvo su expresión en la edificación de los grandes templos y de elaboradas tumbas repletas de ricas ofrendas y, por supuesto, tuvo su extensión en las expresiones iconográficas, como queda recogido en la tumba moche del Señor de Sipán.
Una faceta importante de la espiritualidad andina se relaciona con el mundo de ultratumba, siendo muy abundante el contexto cultural a este respecto. En ello influyen las condiciones climáticas de la costa que per- miten la conservación de materiales orgánicos. En un territorio tan amplio y plural es lógico que encontremos un variado panorama de tradiciones funerarias, en el que la inhumación individual o colectiva del cadáver ocu- pa una distribución general. Disponemos de ejemplos suficientes desde el Paleolítico (Paiján, La Libertad), pero quizás la muestra más completa se concentre en las dos necrópolis de Paracas, datadas desde el siglo VII a. C. en adelante. Esta práctica de inhumación incluye sencillos orificios en la tierra, tumbas abovedadas, cámaras de es- tructura cúbica, construcciones especiales —como templos, collcas y demás—, y se combinó con la momificación,
 Fig. 5 Reconstrucción de la tumba del Señor de Sipán, cultura moche, Valle de Lambayeque en la costa norte, siglo IV
 Fig. 6 Escena mitológica, cerámica moche, París, Musée de l’Homme
    COSMOVISIÓN E IDEOLOGÍA EN LOS ANDES PREHISPÁNICOS [ 57 ]


























































































   48   49   50   51   52