Page 46 - Perú indígena y virreinal
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bilidad de algún tipo de acomodo debido a una incompatibilidad entre una economía de mercado, asociada con valores individualistas, y un sistema socialista.
Para empezar, la sociedad andina nunca pudo ser socialista contando con la presencia de un vasto número de individuos, como los incas o los curacas, que alcanzaron numerosos privilegios, como valerse de servidores paniaguados, acceder a la propiedad de nutridos rebaños de animales y hasta de grandes extensio- nes de terreno. En el pasado como en la actualidad, el individuo tuvo una presencia. Es cierto que se enfatizó el parentesco, la reciprocidad y la redistribución pero, como hemos visto a lo largo de estas páginas, siempre quedó margen para la iniciativa individual.
El socialismo andino es un invento del siglo XVIII, inspirado por el neoplatonismo del inca Garcilaso de la Vega, que sirvió a nuestros pensadores marxistas para legitimar sus propuestas políticas haciéndolo consus- tancial a la idiosincrasia del poblador peruano. No siendo este el caso, reconociéndose la capacidad creativa del individuo y contando con el anhelo diversificador, la economía de mercado no tuvo mayor problema de adap- tarse a la realidad andina. De ello dan cuenta las innumerables ferias que se difundieron a lo largo del territorio y la amplia gama de comerciantes trashumantes que emergieron.
Sin embargo, es importante admitir que este tipo de economía introducida por los europeos tiene algunas discrepancias con aquellas donde, como el caso andino, se privilegió la reciprocidad y la redistribución. En conse- cuencia, que se produjesen roces fue inevitable pero una vez más salió a relucir la creatividad del hombre andino bus- cando su reconciliación. Esto lo logró gracias a su capacidad diversificadora destinando algunos productos al mer- cado y otros al consumo interno. Este es el caso de la comunidad de Andamarca, que reservó el maíz para conservar su identidad cultural y destinó la ganadería para proyectarse a los mercados nacionales. Otras, a su vez, hicieron algo semejante pero con variedades de un mismo producto. Es lo que sucede en algunas comunidades del norte de Huan- cavelica, que optaron por conservar algunas variedades de papa para reforzar los vínculos tradicionales y separaron otras, más pesadas pero no muy sabrosas, para vender a los restaurantes y así satisfacer sus demandas de dinero.
Premunidos de esta experiencia comercial no fue difícil favorecerla cuando se desplazaron a las ciudades cos- teñas. Siendo poco afectos al trabajo dependiente, que tampoco ofrecía mayores oportunidades de estabilidad, los migrantes encontraron en el comercio informal la mejor alternativa para su supervivencia. De allí su gran expansión y su extraordinaria capacidad para hacer frente a la peor crisis que ha vivido el Perú durante su etapa republicana.
Que asumieran una naturaleza informal es explicable no sólo por las dificultades que genera la legisla- ción nacional y la excesiva burocratización sino porque siempre estuvieron al margen del aparato institucional del Estado. Desbordado el Estado por las profundas transformaciones originadas en el choque entre la vertigi- nosidad de migraciones masivas y un descomunal centralismo, no es de extrañar que el pueblo peruano, para satisfacer sus necesidades de orden, haya acudido a sus propias tradiciones, que felizmente reposaban en un hondo sentido de solidaridad social y de libertad. Es gracias a ello que ni la subversión, ni la delincuencia han triunfado, ni el hambre, ni epidemias como el cólera los hayan diezmado. Rondas campesinas, clubes de madres, del vaso de leche, ollas comunes, son una muestra de los tantos resortes que puede mover una socie- dad creativa, amante de la diversidad, solidaria, que encierra una gran predisposición democrática y que sabe avanzar equilibrando la tradición con la modernidad.
BIBLIOGRAFIA
Cereceda, 1987; Fonseca, 1966; León Caparó, 1994; Núñez del Prado, 1964; Palomino, 1984.
LA CREATIVIDAD DEL HOMBRE PERUANO [ 53 ]