Page 44 - Perú indígena y virreinal
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al «diablo», las «sirenas» y otros personajes sobrenaturales como dispensadores de esta capacidad y, entre las segundas, un conjunto de contextos que van desde concursos de coplas, como los que tienen lugar en Caja- marca durante los carnavales, pasando por la improvisación de hayllis o estrofas que entonan los gañanes al concluirse el sembrado de un terreno de maíz en Andamarca (Lucanas-Ayacucho), y siguiendo con los cantares que los alcaldes de la comunidad de Q’eros (Paucartambo-Cusco), por ostentar este cargo, deben componer anualmente para la fiesta del chayampuy (Núñez del Prado, 1964).
Esta obligación de los alcaldes de Q’eros pone de manifiesto que un requisito para llegar a ser autori- dad es tener mayor creatividad que otros, además de rapidez en el desempeño de actividades laborales. En rela- ción a esto último, esta misma comunidad nos pone el caso del Qollana, un cargo inicial desempeñado por los recién casados, que cuando se realizan faenas comunales, como roturar la tierra con chaquitacllas, debe apurar el trabajo evitando ser adelantado por los otros participantes.
Esto que sucede en esta comunidad cusqueña es nada más que una muestra del fundamento competi- tivo en la jerarquía cívico-religiosa de la sociedad andina. Unas veces son estas habilidades las que más se des- tacan pero también, frecuentemente, la capacidad de acumular relaciones sociales, ya sea basadas en el paren- tesco o en la amistad, de aumentar la masa de bienes y de redistribuir estos últimos con generosidad. De aquí que los cargos más altos, es decir, aquellos que se asocian con el conjunto social como totalidad (como el de mayordomo del Santo Patrón de la comunidad o el de alcalde de vara), sean desempeñados por individuos maduros que han llegado al ápice de su capacidad acumulativa en estos dominios.
De todos estos casos que venimos citando, queda claro que la competitividad andina es inseparable de un sentido de reciprocidad que, a la par de exaltar la diversidad y la creatividad individual o colectiva, su voca- ción es la reafirmación de la solidaridad social. Tanto es así que se podría decir que en las competencias andi- nas no hay ganadores ni perdedores pues en última instancia su meta es la recreación del orden social. Ello expli- ca el que se critique tan ácidamente a los que acumulan bienes sólo por el afán de lucro y que se diga de los «blancos» o mistis, por tener esta inclinación, que su corazón es como el del durazno, poseedor de una semilla dura, mientras que el de los indios es como el de la manzana, que encierra cuatro lados (León Caparó, 1994).
Como podemos apreciar, los alcances del mito de Sarhua en relación a su ideal diversificador en conexión con la competencia, son numerosos, pero aquí no se agota este ideal. Si nos trasladamos al sistema de tenencia de la tierra de los campesinos andinos, la dispersión de parcelas es preferida a la concentración. Aparte de la influen- cia que pueda ejercer el sistema de herencia y el poder contar con productos que crecen en distintos pisos ecológi- cos, los campesinos aducen que con este patrón: «Si en la altura pierde, en la quebrada escapa». Lo que según Fon- seca quiere decir que: «Si unas parcelas son afectadas por los fenómenos atmosféricos, en otras hay esperanza de que la producción sea buena, de tal manera que pueda compensarse la pérdida» (Fonseca, 1966, p. 29).
Una lógica de esta naturaleza es la que estimuló el surgimiento de los mitimaes o colonos en la época prehis- pánica y la que explica, en gran medida, la existencia en nuestros días de un vasto número de migrantes que mantie- nen vínculos con sus pueblos de origen y que recrean sus costumbres tradicionales en sus nuevos asentamientos.
Para muchos de ellos, Lima o las otras localidades donde han migrado, constituyen pisos ecológicos adi- cionales a los que tenían en sus parajes nativos que les permiten seguir diversificándose económicamente a la par de mejorar la educación de sus hijos. Obviamente, trasponer los límites de un medio donde las relaciones interpersonales y la reciprocidad les proporcionaba seguridad y confianza, ha sido un acto muy osado. No obs- tante, al intentarlo no han estado desprovistos de los recursos que les ha brindado su cultura. Uno de ellos ha
Fig. 3 Retablo en marcación de ganado
Fig. 4 Prueba de Danzantes de Tijeras en Andamarca
LA CREATIVIDAD DEL HOMBRE PERUANO [ 51 ]