Page 42 - Perú indígena y virreinal
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 la creatividad
del hombre peruano
Juan M. Ossio A.
 La mejor expresión de la creatividad del hombre peruano de nuestros días es la peculiar conformación del país en un mosaico de culturas que paulatinamente van cimentando una mejor comunicación entre sí. Esta pluralidad nos habla de la extraordinaria capacidad del hombre desarrollado en este medio, no sólo de dar muchas respuestas a una geografía hostil y variada, sino de enfrentar distintos intentos de dominación un tanto limitantes de la libertad.
Ni el haber estado sometido el espacio andino al dominio de grandes Estados prehispánicos, ni sufrir el embate de la colonización española, ni sentir el impacto del centralismo homogeneizador republicano, ni la apa- rición de grupos subversivos de corte fundamentalista, han doblegado la identidad y aquel sentido de autono- mía que en el pasado permitieron el desarrollo de grandes culturas y que en la actualidad están contribuyendo a enfrentar los nuevos retos que exige el mundo moderno con su acendrada globalización.
El sentido de pluralidad, ingrediente fundamental de la capacidad creativa, es pues consustancial al pue- blo peruano. La homogeneidad, por el contrario, es desdeñada. En Sarhua, una comunidad campesina ayacu- chana de la provincia de Víctor Fajardo, un mito explica el origen de sus dos barrios señalando:
Antes, cuando no había Ayllus y todos eran iguales, las gentes han ido a Jajamarca para traer la campana María Angola y palos de níspero para la construcción de la iglesia, como todos eran iguales no había ánimo para trabajar y entonces pensaron —vamos a ponernos contra-contra, bueno tú vas a ser Qullana y noso- tros Sawqa— y el Gobernador los repartió. Los Qullana trajeron la campana y es por eso que construyeron la torre a su lado [lado izquierdo de la iglesia]. (Palomino, 1984, p. 60)
Según este mito, la diversidad es fuente de dinamismo en la medida que genera un sentido de competitividad que es fundamental para acelerar el trabajo.
Aquí pues, subyace, en buena parte, aquel dualismo que llevó al Cusco y a muchas otras ciudades y pue- blos andinos a dividirse en mitades que hay veces, como en la capital del Tawantinsuyo, se llaman hanan (alta) y hurin (baja), o allauca (derecha) e ichoqa (izquierda), etc. En consecuencia este mito no sólo explica el origen de los grupos sociales en Sarhua, sino también destaca la importancia concedida por el mundo andino a la
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