Page 38 - Perú indígena y virreinal
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   Fig. 5
Nueva crónica y buen gobierno,
ca. 1615, Dinamarca, The Royal Library (p. 1059 «Ciudad de Cuzco»)
la pintura, definido únicamente por el grupo familiar, los valores expresivos, el protagonismo de la vestimen- ta y la identificación textual. La ausencia de fondos condiciona la fuerza de las figuras, la relación entre las mis- mas y la definición de su propio espacio plástico. Por otro lado, la representación del grupo familiar y el valor del mestizaje estaría ausente en otras pinturas de temática etnográfica, como los dibujos del obispo de Trujillo Martínez Compañón o los que aparecen en la Relación de Gobierno de don Francisco Gil de Lemos y Taboada, lo que, en definitiva, aumenta su consideración histórico-artística.
Pero estos virreyes ilustrados no sólo se preocupan por el conocimiento de los ámbitos geográficos y humanos de sus territorios sino que también intentan crear un ambiente de corte, donde son frecuentes las galerías de retratos propios que, después, en su regreso a España les acompañarán en la valija diplomática. Son los casos de los retratos de Superunda o Amat de la mano de artistas como Cristóbal Lozano y Pedro Díaz res- pectivamente, alejados del simbolismo de la escuela cusqueña y atentos a los problemas de perspectiva y repre- sentatividad de las cortes europeas del setecientos.
Además, los caminos del arte no son sólo los establecidos entre el virreinato del Perú y Europa, sino que también se producen entre los ámbitos virreinales americanos. Objetos suntuarios llegan de México y de Oriente (muebles, cerámicas, enconchados...) o temáticas iconográficas. En muchas ocasiones por el trasla- do de altos funcionarios, incluso virreyes, que traen o llevan entre sus pertenencias diversas obras de carácter artístico que influirán en el nuevo espacio cultural. No nos sorprende, por tanto, el éxito de las representacio- nes de santa Rosa de Lima en el arte mexicano o la presencia de un alto número de vírgenes de Guadalupe en las iglesias y conventos peruanos. Incluso, aparecen obras, a priori fuera de contexto, que apuntalan estas relaciones como el retrato de don Juan de Palafox, obispo de Puebla de los Ángeles (México), conservado en el convento de Santa Teresa de Ayacucho. Dentro de una concepción expansionista, igualmente, los pintores cuzqueños enviarán sus obras hasta las audiencias de Charcas (Bolivia) y de Chile, participando en el negocio los denominados mercaderes que, en ocasiones, tenían pintores indígenas trabajando en exclusiva para ellos. Sin olvidar, como no, la capital virreinal y los territorios de lo que sería, a fines del siglo XVIII, el virreinato de la Plata.
Los itinerarios artísticos también obedecen a la realidad geográfica. Entre Cuzco, la capital incaica, y Lima, la capital virreinal, se establece en 1539 la ciudad de San Juan de la Frontera de Huamanga (Ayacucho) en una zona de gran tradición cultural que había sido el centro del imperio Wari. Allí se sitúa una parte importan- te de la acción de la figura de Guamán Poma de Ayala, al proclamarse y reclamar las tierras del valle de Chupas que llegaban, incluso, hasta la propia ciudad de Huamanga como heredero del curazcazgo. El manuscrito de la Primera Nueva Corónica y Buen Gobierno... escrito en castellano con inclusiones de textos en quechua, nos ilus- tra mediante cuatrocientos dibujos sobre la vida cotidiana, actividades, estructura social, geografía territorial y urbana, fundamentos religiosos e historia del Perú, mostrándonos las posibilidades de expresión artística y los modelos formales imperantes en los inicios del siglo XVII, sincréticos entre la tradición propiamente peruana y los llegados de Europa. El destinatario de la obra era el monarca Felipe III, a quien le anunciaba el envío el pro- pio autor en una carta fechada el 14 de febrero de 1615, documento conservado en el Archivo General de Indias de Sevilla donde fue localizado por don Guillermo Lohmann. Guamán Poma conoció al autor del otro manus- crito similar en el contenido y en el tiempo, el de fray Martín de Murúa (1590), a quien retrata entre sus dibu- jos haciendo alusión a sus maltratos a los indígenas. La originalidad del segundo para la historia del arte estri- ba en los ciento doce dibujos en color que completan la visión del autor de la «Nueva Corónica».
Felipe Guamán Poma de Ayala,
 LOS CAMINOS DEL ARTE [ 45 ]


























































































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