Page 24 - Perú indígena y virreinal
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nes suntuarios; los aqllawasi eran verdaderas fábricas o talleres organizados como conventos que a la vez que proveían mano de obra especializada, proveían también de mujeres para el lnca y sus allegados.
Finalmente, los señores «curacas» cumplían sus deberes de reciprocidad mediante la redistribución de los productos, realizando de este modo un proceso de circulación de la riqueza que, naturalmente, siempre les era más beneficioso a ellos que a los campesinos. Un sistema así no requería de mercados, aunque funciona- ba el intercambio y había mercados de diversos niveles; tampoco necesitaba de moneda.
Para sustentar el sistema, los incas recurrieron a mecanismos muy rigurosos de registro demográfico, mediante censos y a partir de un control decimal de los pobladores: decenas, centenas, millares y decenas de millares, con jefes responsables en cada uno; por ejemplo, Chunka camayoq o jefe de diez unidades producto- ras; Pachaq camayoq o jefe de cien (normalmente un curaca); Waranqa camayoq o jefe de mil; Unu camayoq o jefe de diez mil, equivalente a una «provincia». Todos estaban bajo la administración de otros camayoq o fun- cionarios de más alto nivel, formando una pirámide de poder en cuya cúspide estaba el Inca.
La base jurídica del sistema era muy eficiente, tanto como la administrativa. Tres principios básicos regí- an las pautas de conducta social: ama sua, ama qella, ama llulla (no robar, no ser ocioso, no mentir). No eran simples pautas morales, eran reglas aplicables específicamente en beneficio del régimen imperial, para preve- nir la evasión de trabajo o el hurto, especialmente en contra de los bienes estatales.
Para todo esto fue indispensable establecer una red urbana muy poderosa y, claro, conectada mediante el Qhapaq-ñan. En Quito se estableció un centro administrativo, en Cuenca la ciudad de Tomebamba, luego en Cajamarca, más al sur en Huánuco Pampa, Pumpu en Junín, Vilcashuamán en Ayacucho, sólo para mencionar las más grandes y poderosas del Chinchaysuyu, agregando quizá la de Incallaqta en Cochabamba, en el Colla- suyu. Rodeaban pueblos a cada ciudad, y aldeas y caseríos a cada pueblo. Algunos centros ceremoniales como el de Pachacamac, cerca de Lima, tuvieron una importancia muy grande, sólo comparable a los templos del Cus- co. En la costa, cada valle tenía grandes centros urbanos, aun cuando todo indica que pervivieron varias de las grandes ciudades preincaicas.
La manufactura se mantuvo en la línea de los grandes Estados regionales previos, con tendencia a la producción masiva y, por tanto, modular. El estilo cusqueño se convirtió en paradigmático y sus formas y con- tenidos fueron luego imitados localmente. Las formas de la cerámica inca, tanto en la alfarería como en las demás artes, fueron copiadas con diversa fortuna de aproximación, desde las tierras de los pastos, en el sur de Colombia, hasta las de los araucanos norteños, los picunches, de Chile central, y los diaguitas y huarpes argen- tinos. Las telas corrientes eran de confección local, pero las finas de los incas fueron notables por sus materia- les y cuidadosa elaboración. Los templos eran cubiertos con oro, plata y pedrerías, y circulaban aquí y acullá los adornos y obras finas de elite, aunque lo dominante era aquello producido en cantidad para el consumo gene- ral de las ciudades.
El imperio del Tawantinsuyo se inició en los siglos XIV o XV, después de Pachakuti. Durante su exis- tencia hubo obviamente grandes cambios en el Perú; uno de ellos, quizá el más importante, fue la aparición de la propiedad sobre la tierra como una forma de apropiación tan o más importante que aquella que exis- tía sobre la fuerza de trabajo. Los incas del Cusco se distribuyeron el rico valle de Urubamba y también se asignaron tierras en Cochabamba. Estaba en gestación una nueva era, cuando en el siglo XVI llegaron los españoles. Acababa de dejar de existir el emperador Wayna Qapaq Inca y la sucesión estaba en pugna entre sus hijos Waskar y Atawallpa.
Fig. 6 Templo del Sol, Pachacamac, costa central de Perú, período incaico, ca. 1450
EL PERÚ PREHISPÁNICO [ 31 ]