Page 23 - Perú indígena y virreinal
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 La tierra era la fuente principal de la riqueza, pero la riqueza no dependía de su posesión, sino de la capa- cidad para hacerla productiva. Por eso pudo mantenerse el régimen de propiedad colectiva de la tierra, centra- do en las comunidades rurales. De otro lado, el medio ambiente andino, sobre todo por el acceso al agua, demanda, aun hoy, de relaciones colectivas de trabajo, favoreciendo esta forma de propiedad y organización.
El ayllu, el clan familiar, era el poseedor y propietario de la tierra. El Estado, al igual que los ayllus, dis- ponía de las llamadas «tierras del Sol» y «tierras del Inca», que hacía producir mediante su acceso a la fuerza de trabajo, a la que tenía derecho como forma de tributo. Los incas, de este modo, podían satisfacer plenamente sus necesidades y acumular excedentes de magnitud mayor, dado que en cada conquista incorporaban nuevas tierras estatales y mayor número de trabajadores. Así, era posible mantener paniaguados, en condición servil, y funcionarios, allegados, soldados, etc. Su riqueza se guardaba en los depósitos estatales, plenamente a su dis- posición, para su servicio y poder.
El Estado, de otro lado, se preocupaba de crear nuevas y mejores tierras en todas partes, permitiendo una vida con un cierto grado de seguridad y equilibrio. Esta imagen del país incaico fue idealizada sobremane- ra, llamando «socialista» al imperio Tawantinsuyo, llamándolo «comunista» o, en el otro extremo, consideran- do que aún no había salido de la condición de la «comunidad primitiva».
El Estado inca se basaba en la propiedad sobre la fuerza de trabajo, al igual como ocurrió en todas las formas tempranas del Estado en todo el mundo. De otro lado, la estructura ha hecho pensar a algunos histo- riadores que el Estado era un fenómeno de reciente aparición en el Perú y que los incas eran los fundadores del Estado peruano; que una comunidad —la de los incas— se superpuso a un mundo de bárbaros neolíticos. Esa imagen es también errónea. El Estado andino, como vimos, era una vieja y madura estructura; no una forma débil e incipiente. Los incas no sólo formaron su Estado sobre la base de una larga práctica local, sino que con- quistaron y sometieron otros muchos Estados tanto o más asentados que el suyo propio.
Por su carácter colectivo, las relaciones de producción y de distribución se basaban en principios de reciprocidad y ayuda mutua. Pero si bien tales relaciones permitían la reproducción del sistema a nivel del ayllu, ellas servían también para trasladar los beneficios de la producción al Estado. Todo hombre y toda mujer, en el imperio, «debían» al Estado (léase el Inca, su corte y allegados), una cantidad de su tiempo y trabajo, que entre- gaban a éste según él se los demandara; a cambio de ello, el Estado «debía» —recíprocamente— a las comu- nidades, una serie de beneficios, que iban desde la protección divina hasta regalos o dones que les concedía el lnca o sus representantes. Esta forma de reciprocidad asimétrica le permitió al Estado reproducir las rela- ciones básicas que manejaban la producción en el campo y trasladar sus beneficios a su
seno dando, en cambio, servicios. Al mismo tiempo, el uso de los recursos humanos,
era con destino a la producción agropecuaria, pero también al servicio directo de los cen-
tros urbanos y la producción de manufacturas, para apoyo en la producción de servicios,
para el ejército, las construcciones, etc. Para eso existían diversas instituciones. La mita
permitía utilizar a una parte importante de la población local campesina —los mitayoq—
para hacer trabajos de carácter público tales como templos, caminos o palacios; median-
te la minka se hacía trabajo colectivo en beneficio del Estado. Existía la posibilidad de
trasladar total o parcialmente poblaciones —los mitmaq— de un lugar a otro con fines
militares o de producción. El aqllawasi permitía contar con fuerza de trabajo femenina
—las aqllacuna y las mamacuna— especializada en la producción de telas y otros bie-
 Fig. 5 Aqllawasi, casa de las vírgenes del sol o mujeres escogidas, Pachacamac, período incaico, siglo XV
   [ 30 ] LUIS GUILLERMO LUMBRERAS


















































































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