Page 19 - Perú indígena y virreinal
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varios elementos de origen ayacuchano, que duraron casi hasta el siglo XVI. Sin duda, muchas de las institucio- nes, mitos y creencias incaicas nacieron en tiempos de Wari.
La presencia del arte wari, que tomó procesos y formas de Moche, Cajamarca, Nasca, Tiwanaku y otros, replanteó los códigos del arte hasta entonces vigente en la mayor parte de las regiones. Sin uniformar los esti- los locales o regionales, agregó procedimientos y cruzó experiencias. En los tiempos de Wari, se impuso el uso de colores en la cerámica, en lugares como la costa norte, donde el arte moche no los usaba y se intensificó su manejo en lugares como Lima, alterando los usos policromos de los nasquenses y creando nuevos estilos, como el santa, basado en el estilo recuay, el huaura en la costa al norte de Lima y los muchos «epigonales» que aparecieron en todos los lugares. El arte de tejer, convertido en industria, sufrió significativas alteraciones.
La declinación y caída del Estado imperial wari fue producto de sus propias fortalezas. Wari, en su con- quista, estimuló el desarrollo urbano de sus colonias, algunas de ellas, como Pachacamac en Lima, crecieron tan poderosas como la propia capital del imperio en Ayacucho. Pachacamac, en algún momento, se convirtió en una gran potencia en la costa, con un peso religioso tan importante como el que mantuvo hasta la época incaica. Tenía su propio rubro de manufacturas, con estilo particular y prestigio ascendente.
El crecimiento de las ciudades no es tanto un rasgo físico cuanto económico y social; requiere disponer de excedentes alimentarios y acceso a fuerza de trabajo para mantener la producción urbana y los mecanismos de cir- culación que le dan sustento. En el curso de los siglos VI al X muchas regiones se hicieron poderosas y pugnaron por establecer su propio señorío; parece que la conquista demoró pocos años en más de una región y tampoco todo el territorio estuvo sujeto de manera continua. Sin duda hubo una «pax Wari» que hizo posible la habilitación de la red caminera y el tránsito de caravanas en trayectos de larga distancia.
En Ayacucho, de otro lado, había ocurrido un fenómeno de acromegalia urbana, con una fuerte concen- tración de la gente en la producción de objetos y materias primas y una suerte de abandono de las tareas agrí- colas. Durante el período huarpa se había trabajado severamente Ayacucho, pero todos los campos habilitados muy trabajosamente por los huarpas fueron abandonados por los waris, que obviamente tenían un fácil acceso a productos de origen colonial. Cuando cayó Wari, la zona quedó convertida virtualmente en un desierto; por eso algunos arqueólogos piensan que la insurgencia y declinación de Wari se debió a cambios en el clima, que nadie duda que pudo ser un detonante.
LOS ESTADOS REGIONALES Y LOS CURACAZGOS O BEHETRÍAS
Desde la caída de Wari, hacia el siglo XI, se formaron pequeños reinos y señoríos a lo largo y ancho del Perú, comprendidos en una especie de remedo formal del viejo imperio. Los estilos artísticos y los patrones de vivien- da revelan un carácter epigonal, es decir copiado, inauténtico y declinante de las artes imperiales. Esto duró uno o dos siglos, según el lugar, pues un retorno a la independencia regional permitió la revaloración de los domi- nios previos a la conquista wari y originó un retorno a las nacionalidades regionales, aunque es indispensable reconocer que en el ámbito popular, en ningún momento dichas nacionalidades dejaron de existir y no hay indi- cios de una presión estatal en ese ámbito de los comportamientos. Al igual que con los incas, los wari sólo pre- sionaron cambios en los sectores de poder.
Los nuevos Estados y curacazgos (behetrías les llamaban los españoles) crecieron de acuerdo a sus posi- bilidades económicas. Pronto se hicieron más poderosos aquellos que disponían de recursos para el sustento de ciudades y ejércitos más grandes. Por cierto, los grandes valles costeños y serranos fueron favorables para tal
[ 26 ] LUIS GUILLERMO LUMBRERAS