Page 114 - Perú indígena y virreinal
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dos ramas de laurel dirigidas al retrato del monarca para destacar con ello el origen de su noble estirpe. Las tar- jas con poemas y jeroglíficos no están ausentes en la decoración del arco, desfilan en él Venus, Apolo y Cupi- do; este último, haciendo martillo y cuño con la flecha, sellaba un corazón al que acompañaba el siguiente mote:
Por mi lealtad se estime la más preciosa oblación hoy con cuño más sublime la real imagen imprime amor en mi corazón.
Al pasar el cortejo bajo este arco, los familiares del conde arrojaron flores entre monedas de oro y plata y acto segui- do la condesa y su primogénito, don José de Santa Cruz, bajaron a integrarse en el cortejo. A este agasajo del teso- rero de la Real Casa de la Moneda, se sumaron muchos otros al paso del cortejo, hasta su llegada al palacio.
Por la fiesta de la Inmaculada y su octava se hizo un paréntesis en el programa de celebraciones por la coronación de Luis I, pero continuaron a partir del 18 de diciembre con fuegos artificiales, distribuidos por los matachines o bufones y los gigantes con la hidra; además, hubo carros con alegorías de España, acompañados por la Virtud y la Fortuna, o el de Cupido hiriendo de amor a una alegoría de Lima, juegos de cañas y alcancías, así como las acostumbradas corridas de toros. Dentro de este tipo de manifestaciones destacamos los carros alegóricos costeados por el gremio de carpinteros y arquitectos con representaciones de los meses y planetas, por ejemplo: el carro de Mercurio tirado por cigüeñas; el de Venus y Cupido tirado por palomas y el de Júpi- ter por dos águilas, gremio que cerró su participación con una fábula de Troya y Tebas, con torreones, castillos y nueve máquinas de fuegos artificiales.
Caso aparte fue la fiesta que le ofrecieron a Luis I los naturales de la Nación Índica los días 26, 27 y 28 de enero. Dando muestra de su origen en las ricas vestimentas, desfilaron acompañados de lacayos y músicos, un noble de Lambayeque llamado Valentín Niño, a caballo, vestido de oro y plumas, orejeras, sol en el pecho, mascaipacha y cetro real; el señor de «Luna Guana» y el señor de Pachacamac, además de otros personajes que representaban a los diferentes incas, los que al pasar debajo del balcón del virrey gritaban: «Viva el gran Inca don Luis I», como acto de sumisión. La descripción de las vestimentas de los naturales en esos desfiles nos recuerda exactamente la representación de aquellos personajes que se aprecian en la serie pictórica sobre la procesión del Corpus del Cusco.
Fiesta similar a la de Luis I se dio en Lima por la Proclamación del rey Carlos IV, descrita en el libro de Esteban de Terralla y Landa, en 1790. Obra ya estudiada en el libro que publicamos sobre el Grabado en Lima virreinal (2002), donde se incluye el retrato grabado de don Bartolomé de Mesa, firmado por José Vázquez, al que acompaña la leyenda que indica que fue comisario de las fiestas del día 8 de febrero. Sólo deseamos des- tacar lo que dice el autor al final de su libro, donde manifiesta que se decidió que la fiesta con sus carros, des- files y danzas se redujeran al pincel en dos lienzos de cuatro varas de ancho, uno para remitirlo a la villa y cor- te de Madrid y el otro para que quedara en esta capital, a fin de que perpetuase en la memoria la festiva idea de la Nación Índica y se comprenda en la viveza de las pinturas con mayor claridad la descripción. Agrega que la estrechez del tiempo no ha permitido que pueda remitirse en el navío «La Mejicana», el lienzo que está des- tinado para su majestad. Sobre el particular, Porras Barrenechea atribuye estos lienzos, hoy desaparecidos, al pintor aún inédito en la pintura peruana Julián Dávila, sin indicar sus fuentes.
Para la fiesta por la proclamación del rey Carlos IV en Lima se desarrollaron los elementos constitutivos característicos ya mencionados para las ceremonias de este tipo, incluso las fiestas de los naturales con sus
Fig. 1 Anónimo, Procesión del Corpus en Cuzco, óleo sobre lienzo, siglo XVII, Cusco, Museo del Palacio Arzobispal
LA FIESTA Y EL ARTE DEL SIGLO XVIII EN LA CIUDAD DE LOS REYES [ 121 ]