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un anuncio publicitario de la película ya adelantaba lo que iban a ver los espectado- res: “Para ninguna otra película española se han construido decorados tan maravillosos como los de La bien pagada, creación de San- ta María y Feduchi, arquitecto. Los ha realiza- do José María Torres”17. Cuando se estrenó, los ambientes obtuvieron buenas críticas:
“Otro detalle sorprenderá a los espec- tadores. Hasta la fecha, en la mayor parte, de nuestra producción, la esca- sez económica privaba de presentar los films con los detalles requeridos. En La bien pagada, los decorados y el mobiliario, debidos a Santa María y Fe- duchi, arquitecto, y realizados por José María Torres, son algo desconocido en películas nacionales, y no sabemos qué admirar más, si el buen gusto con que fueron ejecutados o su riqueza”18.
El anónimo periodista relaciona el presu- puesto con unos buenos decorados, cuando, como se sabe, no es una condición impres- cindible. Antonio Barbero, uno de los críticos de cine del aBC, también elogió el trabajo de los decoradores:
“ha logrado Ardavín el ambiente de La bien pagada, que es lo mejor de la pe- lícula. Ardavín y sus colaboradores, sin una excepción. Porque únicamente así, con la ayuda de elementos tan valiosos como Santa María y Feduchi, proyectis- tas de los decorados y mobiliario, que ha convertido en realidad José María Torres [...] es posible conservar la at- mósfera y el equilibrio de una película que significa el mayor alarde de postu- ra escénica intentado hasta hoy en los estudios españoles”19.
En las críticas incluso se llegaron a compa- rar con los espacios creados en otros países: «Los escenarios de Santa María y Feduchi hacen de La bien pagada una película de prestancia internacional»20.
En 1935 crearon la escenografía para la obra de teatro La mujer que se vendió de Torrado y navarro, estrenada en el Teatro Victo- ria de Madrid, el 11 de junio, que también recibió buenas críticas: “Irreprochable la
presentación escénica, confiada al arte y al buen gusto de los señores Santamaría y Fe- duchi, cuyas escenografías han sido realiza- das por Redondela”21. Su siguiente película fue El bailarín y el trabajador (Luis Marquina, 1936), basada en la obra de teatro de Jacinto Benavente Nadie sabe lo que quiere, y ya des- de que estaba en el proceso de rodaje se ha- bló de su escenografía: “Los decorados -de gran importancia y dificultad- son grandioso alarde de propiedad y nueva demostración de la valía de Santa María y Feduchi y de José María Torres, realizador de sus bocetos”22, y unos pocos días después:
“Parte da la acción de El bailarín y el trabajador -film con que se inicia una nueva serie de grandes producciones Cea-, que está rodándose en los estu- dios de la Ciudad Lineal, transcurre en una gran fábrica de galletas, grandioso alarde de propiedad, construida, sobre bocetos de Santa María y Feduchi, por José María Torres”23.
Otra visita al estudio es más prolija en su descripción:
“En unión del notable escenógrafo Re- dondela, que nos acompaña en la visita, entramos en el “plateau” grande. Los obreros trabajan en un decorado que ocupa casi la totalidad del inmenso es- cenario. Es el “hall” y la sala de fiestas de un hotel elegante. Resulta, aun a me- dio construir, suntuoso, de buen gusto. Una serie de columnas, que se suponen robustas y no son más que un armazón de yeso, aparentan sostener un techo que no existe, y por una doble escale- ra de falso mármol -madera forrada de papel pintado- se asciende al “hall”. A primera vista es magnifico; pero uno de los lados está en vano, y por él vemos el tablado que le sostiene, lleno de ma- deras entrecruzadas y pies derechos. El arquitecto Feduchi y el decorador San- tamaria, dos muchachos jóvenes, con una afición sin límites y una idea muy personal y muy acertada de lo que ha de ser la escenografía en el cinema, nos explican cómo quedará la escena una vez terminada la construcción del de- corado. Junto a ellos, Torres, realizador
material de los bocetos, da órdenes a unos obreros, que convierten en már- mol la base de las columnas con sólo forrarlas de papel”24.
Para esta película crearon el espacio mo- derno, racionalista y funcional de la zona de empaquetado de la fábrica de galletas, y dos clubes nocturnos, el Royal Club, mencionado en la crónica antes citada, que tiene una de- coración recargada y columnas salomónicas y no es demasiado interesante, y otro local sin nombre, que podría haberse usado en las películas musicales estadounidenses de la época; al que se accede por la zona don- de está el bar, para después descender por unas escaleras que conducen a una especta- cular pista de baile circular, situada en lo que parece ser el exterior, rodeada por colum- nas dobles blancas, soportando un arco, que tienen una escala superior a la real, entre es- tas columnas se sitúan las mesas, delimita- das por unos círculos pintados en la propia pista; un espacio pensado y creado para el cine, de forma que la cámara pueda encua- drar desde arriba a las parejas bailando, o desde el nivel de la pista, cuando descienden por la escalera. Feduchi y Santamaría tuvie- ron la habilidad de crear un espacio donde un director puede obtener unos planos que inciden en la narración.
Además de Feduchi hubo otros arquitectos que trabajaron durante esos años para el cine, Carlos Arniches y Martín Domínguez25, que habían diseñado numerosos edificios entre los que destaca el Hipódromo de la Zarzuela madrileño, figuran en los títulos de crédito de el agua en el suelo (Eusebio F. Ardavín, 1935), filmada en los estudios CEA justo antes que El bailarín y el trabajador, y en la que el estudio de un pintor está di- señado con un estilo moderno y tiene una entreplanta con una barandilla hecha con delgados tubos metálicos. Estos arquitectos también aparecen en los títulos de créditos de La señorita de Trévelez (Edgar neville, 1936), donde destaca la decoración de la casa de la protagonista con un vestíbulo que tiene un curioso pavimento en damero. El arquitec- to Pedro Muguruza firmó los decorados de Currito de la Cruz (Fernando Delgado, 1935) sin aportar novedades formales; junto con Tadeo Villalba Ruiz, uno de los directores
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