Page 25 - Escritura experimental en España, 1963-1983
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Escritura ExpErimEntal En España, 1963-1983no es una característica formal de las obras que las hace reconocibles, sino que se trata de una manera de entender y generar arte.Cuando ahora repasamos todos los -ismos, escuelas, tendencias, corrientes y com- portamientos internacionales, muy particularmente los consolidados por el canon esta- blecido en los Estados Unidos, encontramos un aluvión de palabras para encasillar los diferentes fenómenos artísticos surgidos en aquella época: minimal art, konkrete poesie, pop art, speci c objects, conceptual art, computer art, arte povera, ephemeral art, behaviorart, land art, body art..., de las que hemos hecho nuestras adaptaciones al español, pero muy escasamente aparece en la historiografía norteamericana el término experimental para de nir una obra, mucho menos una tendencia o una forma de hacer arte, todo lo más el término experimental es empleado como adjetivo que explica alguna característica particular.Hoy, cuando creadores, artistas y obras han sido resituados en esas categorías, cada tipo de obra experimental realizada en España ha terminado encontrando la casilla en la cual acomodarse. Esto supone que la obra experimental ha sido obligada a abando- nar su contexto original, en donde tenía algún sentido, para ser comprendida y analizada en función de otras obras (aquellas que funcionan como paradigmas dentro de cada una de esas casillas) con las cuales, al aparecer descontextualizadas, no están alineadas y, por tanto, son consideradas laterales, anecdóticas o epigonales del discurso fuerte que ha dado origen a la casilla.En cierta medida, la idea que preside esta exposición va más allá de mostrar al- gunas obras concretas de un momento determinado de la creación española, para intentar ayudar a crear un poso contextual que permita empezar a valorar las obras en sí mismas, situándolas en su lugar de creación (el campo de lo experimental) y no en función de otros contextos y de otras obras que se crearon con otros propósitos diferentes y en con- diciones distintas, y que, en muchos casos, o no fueron siquiera conocidas entonces en España o no lo fueron su cientemente.Esto no quiere decir que lo experimental sea una categoría autóctona, ni que de-  na un tipo especí co de obra o de forma de trabajo. Estamos de acuerdo que bajo el epígrafe experimental se situaron obras de muy diferente carácter, forma, intención e ideología, pero creemos que existió un espíritu experimental que anidó en la creación en España durante las dos décadas (1963-1983) que aquí presentamos.Algunos historiadores españoles que han estudiado este período no dudarían en cali car a muchos de estos trabajos de «conceptuales», con más o menos matices, sin embargo esa palabra no entró en el vocabulario español antes de 1972, cuando Simón Marchán publicó por primera vez su libro Del arte objetual al arte de concepto,26 es decir, casi diez años después de iniciada esta forma de creación. Con todo, son escasos los auto- res, poetas, escritores y artistas de diferentes ramas que utilizaron el término conceptual para cali car sus trabajos en aquellos momentos. Otro asunto es que después, cuando el término conceptual obtuvo reconocimiento y prestigio como etiqueta referencial, muchos de estos artistas hayan presentado su obra bajo este término.26. Simón marchán Fiz: Del arte objetual al arte de concepto, Madrid, 1972. Incluso entonces Marchán utiliza la construc- ción léxica «arte de concepto» en vez del término arte conceptual.29


































































































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