Page 92 - El poder del pasado. 150 años de arqueología en España
P. 92
el Ministerio de Educación, a la sazón dirigido por Joa- quín Ruiz-Giménez. Este hecho, aparentemente me- nor, tuvo una consecuencia muy importante. Al impar- tirse la Prehistoria en los cada vez más nutridos cursos de Filosofía y Letras se iban necesitando más profeso- res para atender a un alumnado en continuo creci- miento. Eso aseguró la expansión de profesores de Pre- historia, cuyo número fue aumentando poco a poco. De hecho, esa es la explicación fundamental de porqué en la actualidad el profesorado del área de Prehistoria es más numeroso que el del área de Arqueología.
A lo largo de la década de 1960 esa tendencia se mantuvo, junto al profesorado más escaso ligado a las cátedras de Arqueología, Epigrafía y Numismática. En los años 1970 con el crecimiento demográfico del baby boom en las grandes universidades de Madrid y Barce- lona, y en menor medida en otras de tamaño medio, los numerosos estudiantes de Filosofía y Letras se tenían que desdoblar en varios grupos y con ello se tuvo que ir contratando profesores jóvenes —los famosos Profeso- res No Numerarios (PNNs)— para poder atenderlos. En la Complutense a finales de los años 1970 y primeros años 1980 llegó a haber hasta diez grupos de primer curso, en el que se impartía la Prehistoria. Con ello, en- tre 1970 y finales de 1990 se contó con profesorado sufi- ciente para que se pudieran constituir departamentos específicos en las universidades más grandes. La crea- ción de departamentos, con variadas denominaciones, que reunían a prehistoriadores y arqueólogos clásicos, fue un acontecimiento crucial en la consolidación de la arqueología en la Universidad española y con ello se emprendieron proyectos de campo más ambiciosos, se afianzaron las revistas especializadas y las series mo-
nográficas y se alentó la lectura de tesis doctorales (Ruiz de Arbulo 1998).
Se ha criticado en ocasiones el poder omnímodo de los catedráticos de aquellos años, las componendas en las oposiciones, tratando cada uno sacar a sus alum- nos o negociando y recordando favores para futuras ocasiones; y sin duda todo eso, en mayor o menor me- dida existió. Pero seria injusto sino se reconociera pa- ralelamente que aquellos catedráticos que compartie- ron largas décadas —especialmente desde los años 1950 a mediados o finales de 1980—, en investigaciones, tri- bunales, oposiciones, congresos, revistas y colecciones, fueron en muchas ocasiones la primera generación de catedráticos y marcaron una honda huella en sus uni- versidades [fig. 3]. Martín Almagro y Antonio García y Bellido en la Complutense, Antonio Blanco Freijeiro primero en Sevilla y luego la Complutense, los catala- nes Pericot, Maluquer, Tarradell y Palol en la Universi- dad de Barcelona, Francisco Jordá en Oviedo primero y luego Salamanca, Antonio Beltrán en Zaragoza, Eduar- do Ripoll primero en la Autónoma de Barcelona y luego en la UNED, Francisco Presedo en Sevilla, Alberto Balil en Valladolid —el más prematuramente desapare- cido— o Antonio Arribas en Granada y después en la Universidad Islas Baleares fueron algo más que cate- dráticos. Ellos, en gran medida, crearon las infraestruc- turas de trabajo y los modos académicos, fomentaron la formación en el extranjero y sintieron y transmitieron el orgullo de ser buenos universitarios. Universitarios que formaron bien a alumnos que ocupan hoy muchas de las plazas de Prehistoria y Arqueología. Sus universi- dades tienen contraída una gran deuda con ellos y la arqueología española de la segunda mitad del siglo XX
92
El poder del pasado: 150 años de arqueología en España
FIG. 3
La proyección comparada de las vidas de los principales catedráticos de universidad nacidos a principios del siglo xx. En gris oscuro: catedráticos de Prehistoria y en gris claro: catedráticos de Arqueología.