Page 87 - El poder del pasado. 150 años de arqueología en España
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cando sus correspondientes actas con notables estu- dios que rebasan ampliamente el marco regional en la Serie Monografías de la revista SPAL de la misma uni- versidad (Beltrán 2004). Desde la Universidad Autóno- ma de Madrid el equipo del profesor Blánquez cuenta con una ya larga trayectoria recuperando archivos fo- tográficos antiguos de diferentes arqueólogos y yaci- mientos con los que se han realizado exposiciones y buenos catálogos para una historia de la fotografía en la arqueología española (González Reyero 2006).
Cabe añadir a esa infraestructura institucional dos proyectos historiográficos generales, pero que han dedicado —y dedican— atención a la historia de la ar- queología española. Se trata de la Revista de Historio- grafía publicada por el Instituto Julio Caro Baroja de la U. Carlos III de Madrid desde 2004, que suele incluir artículos sobre arqueología e historia antigua y la Edi- torial Urgoiti3 que, en sus colecciones Grandes Obras e Historiadores, reedita libros clave clásicos, precedidos por extensos ensayos historiográficos introductorios a cargo de los mejores especialistas. Bastantes de los más prestigiosos arqueólogos, como Obermaier, Méli- da, Bosch Gimpera, Gómez Moreno, García y Bellido y Maluquer han merecido por ahora su inclusión.
La formación profesional en arqueología
En la actualidad la formación en arqueología profesio- nal se articula en dos ámbitos un tanto desiguales: la conservación y restauración de bienes culturales y los grados universitarios. Las escuelas de Conservación y Restauración de Bienes Culturales forman profesiona- les para trabajar con el patrimonio arqueológico mue- ble e inmueble. Algunas, como la Escuela de Madrid, llevan casi cincuenta años impartiendo la titulación oficial, que ha sido actualizada por RD 635/2010 de 14 de mayo y existen ya másteres a nivel europeo.
Los nuevos Grados de Arqueología cuentan con las primeras promociones de egresados y tienen una duración de cuatro años (240 créditos ECTS). En para- lelo siguen los antiguos Grados de Historia, Humani- dades y alguna otra titulación donde se siguen forman- do arqueólogos aunque sin titulación específica. En uno y otro caso los estudios de máster, de un año de duración (60 créditos ECTS) ofrecen cada vez más una amplia diversidad de especializaciones. El peldaño si- guiente es la tesis doctoral, con una doble vía: la tesis tradicional con tres años oficiales y el doctorado por publicaciones, que como su nombre indica otorga el tí- tulo de doctor considerando los méritos de unos pocos artículos de investigación (Ruiz Zapatero 2015).
El Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE) —con esa denominación desde 2008— se creo en 1985, como resultado de la fusión de varios organis-
mos anteriores. Coordina cuestiones relacionadas con la arqueología, como las Misiones Arqueológicas en el extranjero, con una plantilla diversificada que reúne arquitectos, arqueólogos, restauradores y conservado- res, documentalistas y especialistas en varios campos de ciencias aplicadas a la arqueología.
Las salidas profesionales para los graduados y conservadores se centran en los Museos, y para los pri- meros se añaden el CSIC, las Universidades, las empre- sas de arqueología y los distintos niveles de la Adminis- tración, especialmente la autonómica. Con el doctorado se puede optar a plazas en el CSIC y las Uni- versidades, aunque la realidad resulta bastante negra porque las oportunidades son muy escasas.
Pero los estudios de arqueología también tienen sentido más allá de la formación de arqueólogos. La ar- queología es atractiva, muy social y comprometida con el presente, desarrolla muy diferentes habilidades y co- nocimientos y aborda cuestiones fundamentales de la condición humana. Por eso prepara bien para trabajos relacionados con la enseñanza, la gestión cultural, los medios de comunicación y el patrimonio. Graduados y doctores trabajan de muchas maneras dentro y fuera del campo de la arqueología. Por ejemplo, como dibu- jantes e ilustradores arqueológicos, un trabajo de cre- ciente demanda. En 2015 se constituyó una Asociación nacional, ADARQ, que publica una interesante revista electrónica4. En otras ocasiones, se trata de experien- cias únicas y extraordinarias como el estudio de la coci- na y los alimentos del pasado en un famoso restauran- te-laboratorio, pero también en agencias de viajes arqueológicos, publicando revistas de divulgación y varias iniciativas más que continuamente los jóvenes arqueólogos van descubriendo e implementando.
La arqueología en la universidad
Desde la entrada de la arqueología en los estudios de Filosofía y Letras de las universidades españolas, a comienzos del siglo pasado, los arqueólogos enseña- ban un elenco reducido de asignaturas en un número limitado de universidades. Por eso el colectivo de do- centes universitarios de la materia era relativamente bajo.
Después de la Guerra Civil (1936-39), la expansión tímida de los estudios de Filosofía y Letras permitió un ligero crecimiento del profesorado de Arqueología, en el que eran mayoritarios los prehistoriadores. Así las cosas, en el año 1955 la solicitud de un grupo de profe- sores destacados —entre los que se encontraban Mar- tín Almagro, Juan Maluquer y otros cinco o seis colegas de distintas universidades— de que la Prehistoria pasa- ra a formar parte de las asignaturas obligatorias del Plan de Estudios de Filosofía y Letras fue aprobada por
  La configuración de la arqueología contemporánea en España ( 1960-2017 ) 87






















































































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