Page 85 - El poder del pasado. 150 años de arqueología en España
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Superior de Investigaciones Arqueológicas ( CSIC ). Las universidades, el lugar de formación de todos los ar- queólogos, cuentan con la mayor plantilla ya que todos los profesores de las distintas especialidades suman más de 400 expertos. Las universidades con departa- mentos más grandes como Complutense, Barcelona, Autónoma de Barcelona, Granada y Sevilla han creado Grados en Arqueología y masteres y disponen de labo- ratorios y bibliotecas especializadas. Prácticamente todas las universidades, hasta las más pequeñas, cuen- tan con profesorado en materias de Arqueología y Pre- historia. Las universidades realizan el grueso de la in- vestigación arqueológica y sostienen un elevado número de series y revistas especializadas. Quizás en los tiempos agitados y líquidos en los que vivimos lo que mejor puede ofrecer la universidad sea tiempo, re- flexión y un poco de inteligencia como sabiamente se ha dicho (Abad 2016-17: 15). Y además desde posiciona- mientos independientes, de valor libre y no compro- metidos con intereses inconfesables.
El CSIC reúne un grupo reducido de arqueólogos pero en centros bastante activos y con buena producti- vidad investigadora: Prehistoria y Arqueología en Ma- drid, el INCIPIT (Instituto de Ciencias del Patrimonio) en Santiago de Compostela, la Institución Milá y Fonta- nals en Barcelona y el Instituto de Arqueología de Mé- rida. Por otro lado, las misiones arqueológicas españo- las en el extranjero, canalizadas por el IPCE del Ministerio de Educación, sostienen una aceptable pre- sencia en varios continentes, con proyectos focaliza- dos en Egipto y Próximo Oriente, Norte de África y Sudamérica (ver pp. 102-103).
Francia y Alemania, sostienen en España centros que realizan investigaciones arqueológicas: la Casa de Velázquez (Rouillard 2002) y el Instituto Arqueológico Alemán (Blech 2002), ambos en Madrid. Con una larga trayectoria su influencia es significativa, han jugado un papel muy positivo en la arqueología española y cuen- tan con bibliotecas y publicaciones relevantes.
4) Las empresas de arqueología, la arqueología contractual o comercial, con diversas fórmulas orga- nizativas ( Moya Maleno 2010 :13 pero ver más intere- sante Díaz del Río 2000: 15 y ss.), que se ocupan del trabajo de intervención arqueológica determinado por ley, bajo la tutela de las administraciones autonó- micas. Las empresas de arqueología, que iniciaron tí- midamente su andadura a finales de la década de 1980 y crecieron fuertemente en la siguiente hasta comien- zos de este siglo (Domínguez et al. 1994), han sufrido gravemente la crisis económica de 2008, y se han visto obligadas a diversificar sus actividades. Siguen siendo el colectivo arqueológico más grande, aunque sus ci- fras son las más difíciles de estimar por su carácter muy fluido y los altibajos inevitables ligados al ritmo de la economía y al desarrollo urbano y de infraes-
tructuras. Para tener una idea del impacto de la crisis económica, en 2013 un estudio del CSIC estimaba que habían desaparecido alrededor del 35% de las 275 em- presas de arqueología que había registradas en 2009 ( Parga Dans 2012 ).
Podemos empezar considerando alguno de los parámetros fundamentales de la comunidad arqueo- lógica española. El primero de todos, su tamaño y per- fil para tener una idea de la fragilidad de la informa- ción disponible. Se ha estimado que el número de arqueólogos europeos deben estar alrededor de 30.000 y la comunidad arqueológica nacional más grande es la británica con unos 7.000. Pero apenas podemos eva- luar groseramente el tamaño de la española. Es posi- ble que sumando distintos colectivos la cifra pueda estar entre algo más de 1700 y unos 2300, de forma muy imprecisa, considerando la fluidez y que la crisis ha afectado al colectivo más grande, los arqueólogos de empresa. También es seguro que las cifras debieron ser algo superiores ( 2.500-3.000 ) en el periodo del boom inmobiliario de los años 1990 (Ruiz Zapate- ro 2005 : 256 ), sobre todo en el sector citado. Quizás algo excesiva resulta la estimación de 5.000 arqueólo- gos españoles, si entendemos ejerciendo trabajo como tales (Lorenzo 2009: 26).
Por otra parte, la comparación entre Comunida- des Autónomas resulta virtualmente imposible por la falta de datos. Y no digamos lo lejos que estamos de conseguir una radiografía completa del perfil de los ar- queólogos españoles comparable, por ejemplo, a la del Reino Unido ( Aitchison y Rocks-Macqueen 2013 y 2014).
El escenario descrito de la arqueología española se empezó a dibujar con la transición democrática y la configuración del estado de las autonomías, a partir de finales de los años 1970 y mediados de la década de 1980 (Ruiz Zapatero 1993). Sin duda, hubo un cierto optimis- mo con la ilusión de la mayoría de las Comunidades Autónomas por establecer sus modelos de gestión ar- queológica, como bien se puede ver a través del caso de Andalucía (Salvatierra 1994), a lo que contribuyó tam- bién el crecimiento y expansión de los departamentos universitarios (Querol 1998), la creación de empresas de arqueología (Parga-Dans y Varela 2011), sobre todo a partir de la aprobación de la ley 16/ 1985 de Patrimonio Histórico Español (García Fernández 2008) y, por últi- mo, a través de una cierta renovación de los museos arqueológicos, a veces como únicas instituciones ar- queológicas en algunas provincias.
Pero el error de aquellos tiempos fue no establecer alguna agencia, instituto o cualquier otro tipo de insti- tución pública que, desde la administración central, se ocupara al menos de coordinar, reunir y actualizar toda la información relativa a la arqueología de todo el país. De alguna manera, el despegue de la arqueología de las
La configuración de la arqueología contemporánea en España ( 1960-2017 ) 85

























































































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