Page 69 - Eduardo Mendoza y la ciudad de los prodigios
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ción borbónica y de Alfonso XII, de las guerras carlistas, y aborda cuestio- nes relacionadas con las relaciones humanas y la posibilidad de recompo- nerlas una vez averiadas.
Esta pieza teatral, que supuso el debut dramático de Mendoza y también en las letras catalanas, fue su respuesta a una petición de la actriz Rosa No- vell, por entonces –y hasta que falleció en 2015– su compañera sentimental. A aquel primer título le siguieron otros, también solicitados por Novell. Por ejemplo, Glòria, un vodevil filosófico, ambientado en la actualidad, con sus embrollos sentimentales, sus ingredientes de alta comedia y policiales, su juego de entradas y salidas, que finalmente no llegó a estrenarse, debido a un desencuentro con la empresa productora, cuando los actores estaban ya contratados y a punto de iniciar los ensayos.
Aquel fiasco demoró el regreso de Mendoza a las tablas hasta 2004, cuando se estrenó Greus qüestions. Antes, alimentó el gusanillo teatral con traducciones de la shakespeariana Antonio y Cleopatra o de Panorama desde el puente, de Arthur Miller. Greus qüestions, donde Novell no participó como actriz sino como directora, se sustenta en un diálogo entre un recién falle- cido y el funcionario celestial, adscrito al servicio de admisiones, encargado de recibirle y acomodarle; entre, en palabras de Mendoza, «un hombre que creía poseer todas las respuestas y al que, de repente, le cambian las pre- guntas, y otro que quizás no está en sus cabales y al que parecen interesarle poco las respuestas». Esta reflexión sobre el sentido de la existencia y sobre la muerte es, pese a la seriedad de las cuestiones abordadas, una comedia chispeante.
La muerte de Novell volvería alejar temporalmente a Mendoza del teatro. Durante un tiempo no le apeteció, ni siquiera como espectador. Pero más tarde le encargaron nuevas traducciones –Las brujas de Salem de Arthur Mi- ller; El invernadero de Harold Pinter–. Y, actualmente, sopesa la posibilidad de volver a escribir una obra. «Cualquier cosa que me distraiga un tiempo me parece una gran idea», dice.
De menor intimidad e intensidad ha sido la relación de Mendoza con el cine, que descubrió junto a su madre, como se apuntó al principio de este
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