Page 66 - Eduardo Mendoza y la ciudad de los prodigios
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siente rápida e irremisiblemente atraído por los terrícolas, y empieza a mi- metizarse y a asumir sucesivas identidades, empezando por la de la opu- lenta vocalista Marta Sánchez. Todo lo cual desespera a su colega, siempre en pos del extraviado Gurb, aunque con magros resultados, según refleja el título de la obra.
Este marco genérico permite a Mendoza ofrecer, mediante los ojos su- puestamente limpios de los alienígenas, una versión realista, aunque a me- nudo cochambrosa y derogatoria, de la Barcelona que con tanto ánimo se preparaba para responder adecuadamente al desafío olímpico. Lo que los barceloneses aceptaban con resignación o indiferencia es para los extrate- rrestres fuente inagotable de sorpresas, no todas desagradables. De hecho, Mendoza va situando ante sus ojos elementos suficientes para que se hagan una idea aproximada de lo que dan de sí los más diversos asuntos, desde la lucha de clases hasta la narrativa española, pasando por el consumismo, los transportes públicos, la hostelería, el sector inmobiliario, la recogida de basuras, la red museística, etcétera. Y presenta este fresco histórico y social con una prosa hilarante, pero no por ello menos enjundiosa, que hace del libro una obra tan ligera como profunda.
«Me paso la vida –se lamenta, pero tampoco mucho, Mendoza– ini- ciando textos y abandonándolos. Siempre me parece más atractiva la idea que se presenta inesperadamente que la obra de más largo aliento que tengo en el banco de trabajo desde tiempo atrás y me está dando muchos quebra- deros de cabeza». Es así como personajes que nacieron para ser secundarios en una narración breve pueden acabar exhibiendo su potencial ante el autor, que les concede protagonismo en relatos más largos; fue el caso, por ejemplo de Onofre Bouvila. Es así como ha alternado en su bibliografía no- velas de extensión considerable –destacando en este capítulo La verdad sobre el caso Savolta, La ciudad de los prodigios y Una comedia ligera, de la que hablaremos pronto– con otras más breves. Entre estas últimas, El año del diluvio, aparecida dos años después de Sin noticias de Gurb.
A medio camino entre el folletín, la novela de aventuras y el melodrama, El año del diluvio se localiza en la Cataluña rural de los 50, en un tiempo
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