Page 43 - Eduardo Mendoza y la ciudad de los prodigios
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dean el absurdo. Es un mundo ridículo y dislocado contra el fondo de la Barcelona de la crisis. En palabras del autor: «Con la crisis hemos recupe- rado algo que no debimos olvidar, que este es un país pobre y cutre». En El secreto de la modelo extraviada (2015) la evolución de los personajes sirve para destacar los cambios en los hábitos y las formas de vida, los valores, y desde luego las transformaciones de la propia ciudad, una Barcelona que algunos juzgan como la «capital mundial del baratillo y la idiocia». La no- vela detectivesca es una investigación y una búsqueda que deriva en un ca- mino, de observación del paisaje urbano (urbe y polis, casas y gentes). y no sólo en un misterio final: «En aquella época, Barcelona era una cocham- bre. Hoy es la ciudad más visitada y admirada. ¡Quién nos lo iba a decir! La Barcelona del presente no tiene nada que ver con la Barcelona del pasado. ¿O sí?».
Mendoza recrea en la ciudad, Barcelona, ese aire canalla que le atrae, la mezcla de mundos, de niveles, que se entrecruzan, ampliándose en diálogo. Este es un valor importante en esta narrativa: puede denunciar irónica- mente la Barcelona, burguesa y bienpensante, el contraste entre la mugre y el lujo. Ésta es una de las constantes de la ciudad evocada por Mendoza: el contraste entre los bajos fondos y los ambientes de la alta burguesía ele- gante. Y así atribuye a un mismo personaje obsesiones cruzadas, como los escaladores sociales que evocan sus humildes orígenes: Lepprince a la bús- queda de María Coral, Bouvila obsesionado por el recuerdo que ya es fan- tasma de Delfina, o Prullàs deambulando por el Barrio Chino. Contrastan las viviendas elegantes, soñadas y reconstruidas en todos su pormenores, como las tabernas, cabarés y tascas de los bajos fondos.
La ciudad es el escenario para una minuciosa reconstrucción de hechos históricos, en la que se aprecia el buen trabajo de hemeroteca que realizó Mendoza durante la preparación de sus novelas. Más exactamente, la ciu- dad proporciona el fondo de ambiente que es sutilmente mezclado con la realidad de la novela. Así en La verdad... reconocemos la manifestación ca- talanista del primer capítulo, o bien los ambientes de pistolerismo, carac- terísticos de la «rosa roja», la Barcelona del primer tercio del siglo XX. Pequeños episodios de la ficción son ratificados por grandes episodios de
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