Page 42 - Eduardo Mendoza y la ciudad de los prodigios
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guesía barcelonesa, en un tiempo histórico muy preciso que ilustra retros- pectivamente el presente. Mendoza utiliza la «inversión histórica» que dis- cute Bajtín, en la cual se refigura como ya sucedido en el pasado aquello que puede o debe ser realizado sólo en el futuro y que constituye un fin, una posibilidad y no una realidad en el pasado. La ciudad sirve no como mero fondo, sino que adquiere categoría de personaje. En el Quijote se mez- clan el cronotopo del «prodigioso mundo extraño» con el del «camino prin- cipal a través del país natal» en un modo que cambian sustancialmente el sentido de ambos. Algo parecido sucede en las novelas de Mendoza, siem- pre preñadas de un cervantismo de la mejor estirpe: el loco protagonista puede presentar, o mejor indagar, la normalidad del mundo extraño a través de una peripecia vital, «un individuo cuyo desarraigo le hace sobresalir por exceso o defecto del resto de la sociedad». Pero en el fondo no hace sino ofrecer una mirada deformada de una realidad bien conocida por el narra- dor y por buena parte de sus lectores. Así son los personajes de Miranda, Pajarito o Lepprince en La verdad sobre el caso Savolta, y el propio Bouvila, en La ciudad de los prodigios, enajenado y alienado de su familia que vive la obsesión de recrear una villa de coleccionista, como el Xanadú de Citizen Kane. O el personaje de Prullàs, de Una comedia ligera, autor teatral que huye de su ambiente familiar burgués y se refugia en sórdidos ambientes de teatro en la tórrida ciudad. A esta serie o trilogía podemos añadir al anó- nimo protagonista de novelas como El misterio de la cripta embrujada (1977), El laberinto de las aceitunas (1988) o La aventura del tocador de se- ñoras (2001). En todas ellas es muy evidente el diálogo con la actualidad. En El enredo de la bolsa y la vida (2012) tiene que desarticular una acción terrorista contra Angela Merkel antes de que intervengan los servicios de seguridad del Estado. Los nombres de los personajes, especialidad de la casa, destacan por la comicidad absurda: el terrorista Alí Aarón Pilila, el hostelero don Rebollo, el Pollo Morgan, la adolescente Marigladys (alias la Quesito), la subinspectora Victoria Arrozales (Malaspulgas), el embaucador Lilo Moña (Pashmarote Pancha), el africano albino Kiwijuli Kakawa (el Juli). El restaurante chino se llama «Se vende perro» o encontramos el bar «El rincón del gordo soplagaitas». Los coloquialismos de los chinos bor-
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