Page 16 - Barbieri. Música, fuego y diamantes
P. 16
20
BARBIERI. MÚSICA, FUEGO Y DIAMANTES
espesa; pero tan vivo y tan expresivo que a veces parecía esparcir una alegre y dulce claridad. Todavía en su vejez, como recordarán muchos hoy vivos que le conocieron, le acompañaban aquella benévola expresión de su semblante, siempre contraído por una suave sonrisa, y aquella mirada agasajadora y atenta, ambas cosas reflejo fiel de su alma noble y buena»4.
Su atractivo humano le granjeaba numerosos amigos, como se detecta en todo tipo de documentos del momento. En una carta de 1846, su amigo de niñez, el des- pués ministro Cándido Nocedal, señala: «Todos los amigos y amigas me preguntan siempre por ti, recordando tu buen humor y deseando vengas por aquí para gozar de tu salero y que nos cantes la negrita y compañía»5. Otro amigo, el periodista Kasa- bal (José Gutiérrez Abascal), lo describe así:
Aquel hombre siempre jovial y alegre de cuyos labios no se borraba nunca la sonrisa, y de cuya boca salía siempre que hablaba, la frase oportuna o el chiste ingenioso. La frase ‘alegre como unas castañuelas’ se debió inventar para ha- blar de Barbieri; su conversación regocijaba como el tono de unas seguidillas o la cadencia de un polo; alegraba una reunión como una procesión una calle y cuando se le encontraba y se le oía, disipaba el mal humor como un rayo de sol las tinieblas (...) Barbieri regocijaba las mesas aristocráticas donde era soli- citado, los salones más brillantes a los que se le invitaba con empeño.
Augusto Martínez Olmedilla, su primer biógrafo, quedó prendado de aquel hom- bre maduro cuando lo conoció en la librería de Murillo: «Un señor de buen porte y arrolladora simpatía (...) Charló por los codos un rato: comentarios de música, de tea- tros, de sesiones académicas recientes». Es quizás el escritor Eduardo Velaz de Me- drano, tan comprometido en el mundo de la zarzuela, quien nos legó el retrato más profundo de Barbieri:
Franco y sencillo, sin afectación, se complace en resaltar las vicisitudes de su carrera artística. Recuerda con orgullo que todo lo debe al trabajo y que para conquistar la envidiable posición que hoy ocupa, ha tenido que recorrer todos los puestos de la carrera musical, según lo hemos consignado más arriba. Afa- ble en el trato y ameno en la conversación, posee además una variada instruc- ción que tiene su base en los buenos estudios que practicó durante los primeros años en que pensaba dedicarse a las letras y a las ciencias, que lejos de abando- nar ha seguido cultivando diariamente, enriqueciendo su escogida biblioteca con las mejores obras que ven la luz pública. Tiene suma facilidad para escri- bir versos, maneja la prosa con natural corrección y lo consideramos capaz de confeccionar un libreto de zarzuela, el día en que aspire a hermanar las glorias de Talía con los encantos de Euterpe6.
En este retrato del hombre, y descendiendo a otras facetas, Barbieri era conocido como un gran gastrónomo, y asiduo visitante de Lhardy y Fornos. Velaz de Medrano
4
Emilio Cotarelo y Mori: Ensayo histó- rico sobre la Zarzuela o sea del Drama Lírico en España. Desde su origen a fines del siglos xix, Madrid, Tipogra- fía de Archivos, 1934, p. 260.
5En este artículo hacemos numerosas re- ferencias a cartas remitidas a Barbieri. Todas ellas han sido publicadas en el Epistolario al que nos referimos en la nota 3. Las cartas están numeradas y editadas por estricto orden alfabético de remitentes por lo que es fácil en- contrarlas. Lo hacemos para evitar ex- cesivo uso de notas.
6
La Zarzuela, Año ii, 11-5-1857, p. 533.