Page 89 - Anuario AC/E de cultura digital 2024
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Estamos, por lo tanto, en un espacio que ha atraído la inversión de los venture capital y de todas las demás figuras interesadas en la inver- sión. Los primeros en moverse han sido bancos y otras empresas grandes con estrategias muy asentadas de responsabilidad social corporativa. Nos encontramos con grandes inversiones en innovación de empresas culturales por parte
de CaixaBank, Santander, BBVA, Telefónica o Endesa, solo por poner unos ejemplos.
¿Por qué invierten en esto? Creo que la res- puesta más esclarecedora la dio María Lacasa, directora de marca y patrocinio de Endesa, en el encuentro «La empresa y el universo cultural»: «Los consumidores que conocen nuestras activi- dades culturales nos valoran hasta 13 puntos por encima respecto a los que no».17
Así que tenemos, por un lado, el valor social
que aporta el impacto en el consumidor de sus productos o en el posible cliente el hecho de que se conozca la vocación de una empresa por la mejora del entorno cultural que los ocupa.
Existe, además, una industria que ocupa a casi 700 000 personas en más de 130 000 empresas con una facturación de más de 40 000 euros, grandes programas nacionales y supranacionales diseñados para fomentar las relaciones públi- co-privadas y grandes empresas interesadas en invertir en este nicho. ¿Qué nos falta?
Cultura. No cultura que explotar, desarrollar o mostrar, sino cultura empresarial y, sobre todo, cultura para crecer e internacionalizar. Los conocimientos medios de los emprendedores culturales sobre aspectos legales, financieros o incluso administrativos son bajos. La capacidad de trabajar en lenguas distintas al castellano es aún relativamente baja y todavía nos enfrenta- mos a muchas situaciones en las que los empren- dedores no se animan a participar activamente de procesos de internacionalización. En realidad
17 https://videos.elmundo.es/v/43zZsKMTzl4-la-lec- tura-la-empresa-y-el-universo-cultural
esto es motivado porque España es un país que, de forma natural, explota una cantidad ingente de recursos culturales. Por decirlo de algún modo, no hemos tenido que salir a pescar porque los peces han venido a nosotros. El problema
de ese éxito es que al acelerarse los procesos globalizadores en los últimos cincuenta años la oferta de recursos culturales se ha internaciona- lizado más y, por lo tanto, tenemos que trabajar en lograr que nuestra cultura local muestre lo que tiene de internacional.
¿Cómo logramos entonces que los inversores nos hagan caso? (fin último de una aceleradora). Si somos capaces de ayudar a que las empresas culturales muestren las características globaliza- doras que sus procesos de innovación aportan al producto cultural habremos recorrido gran parte de ese camino.
Jams, hackatones y otras formas colaborativas de desarrollo tecnológico (o algo parecido)
Empezamos, una vez más, con definiciones.
La palabra «hackaton» es una contracción de «hacker» (programadores) y «maratón», y original- mente hacía referencia a todo tipo de encuentros de programadores para diseñar soluciones de software en grupos de dos a cinco personas y en un tiempo determinado (normalmente entre 24 y 48 horas). hoy en día el concepto del hackaton se ha extendido y ya no hace únicamente referencia al mundo de la informática, por lo que se organizan hackatones para cualquier sector o disciplina.18
Se trata, por lo tanto, de un evento muy centrado en la parte más tecnológica de un problema. La función del mismo es resolver un problema, habitualmente de software, que nos hemos encontrado en un proceso. Si, por ejemplo, queremos optimizar una herramienta para la compra de entradas para
18 www.hackatonspain.com
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