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¿Hasta qué punto la intervención humana sigue siendo esencial en la música y qué impacto tiene la pérdida de roles tradicionales en la calidad y la innovación musical?
Ir a un concierto donde todo está pregrabado
es una cosa que ya no sorprende ni molesta más que a un pequeño grupo de «puretas» que valo- ran más al artesano (el músico virtuoso) que al artista (el músico que no necesita ser un virtuoso para conectar con una gran cantidad de público). Si ya no nos importa que el artista sea un músico de carrera, mucho menos nos va a importar que sus canciones las produzca la IA y más cuando estos productores llevan décadas utilizando herramientas digitales en las que no intervienen instrumentos analógicos. ¿Significa esto que la figura del productor estrella, tan ensalzada en este siglo xxi, tiene visos de desaparecer? Pues como ya ha desaparecido la figura del instrumen- tista estrella con la irrupción de la música creada digitalmente, todo puede pasar.
A medida que la inteligencia artificial continúa su avance en el mundo de la música, la amenaza para las profesiones tradicionales es cada vez mayor.
Pero vayamos un paso más allá. ¿Y si las propias plataformas de streaming empiezan a producir
su propia música utilizando estas herramien-
tas? Recordemos que estas plataformas y sus algoritmos lo saben prácticamente todo sobre nuestros gustos. Vale, es imposible (por ahora) que sustituyan a los artistas, pero ¿y si todas esas listas de reproducción de música «para correr», «para relajarse», «para tumbarse en la playa», etc. que se escucha de fondo y que seguramente tendrán millones de reproducciones las crea la IA y sus propietarios son estas plataformas? ¿Qué va a ser de todos esos profesionales que viven de componer, tocar y producir esa música? ¿Es justo que el que distribuye la música acapare también esa parte de la cadena de valor?
La inteligencia artificial, por tanto, ha desenca- denado una revolución en la producción musical,
derribando barreras que alguna vez parecieron insuperables. La democratización de la música ha permitido a una nueva generación de artistas florecer, mientras que la capacidad de manipular y recrear sonidos ha ampliado el alcance de
la creatividad musical, algo que seguramente beneficie al consumidor medio, que cada vez encontrará más oferta musical que se ajuste a sus gustos particulares. Pero a medida que la inteligencia artificial continúa su avance en el mundo de la música, la amenaza para las profe- siones tradicionales es cada vez mayor.
La industria y los artistas se encuentran en un momento crítico de reinvención y reflexión sobre su futuro. Y recordemos que hablamos de una industria que tardó más de una década en adaptarse a la desaparición del formato físico, a la irrupción de las plataformas de streaming y a la aparición de las incontrolables redes sociales como el gran vehículo de promoción y prescrip- ción frente a la radio y los medios tradicionales con los que controlaban el consumo a su antojo.
El impacto de la inteligencia artificial en la composición musical
Otro aspecto a considerar es la influencia en la percepción de la propiedad intelectual. Si usa- mos una pista o un sonido original de una can- ción ya grabada, ¿no estamos robando, aunque sea una parte de esa obra?
La capacidad de manipular y reutilizar material sonoro existente plantea preguntas sobre quién posee realmente la música resultante y cómo se deben compensar los derechos de los creadores originales. Este desafío legal y ético se suma a la complejidad del paisaje musical contemporáneo, donde la tecnología y la creatividad convergen en formas inexploradas.
A pesar de estos dilemas, la inteligencia artificial en creación musical sigue expandiendo sus límites. Desde algoritmos que generan compo- siciones originales hasta la mejora automática
EL IMPACTO DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL EN EL CONSUMO DE MÚSICA... · MAURO CANUT
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