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Por otro lado, la mente cósmica no ha apare- cido aún. Es más, en el último año hemos sido testigos de los asombrosos logros lingüísticos
del programa ChatGPT y de otros sistemas análogos, que no entienden absolutamente nada, ni poseen conciencia ni han intentado tomar el mando de la nave. En 1968 se estrenó 2001: Odi- sea en el espacio. Sigue siendo una gloriosa pieza clásica, pero su futuro 2001 es, para nosotros, pasado, muy pasado: y ni rastro de nada parecido a Hal 9000.
Todo el movimiento transhumanista podría ser leído como una gran performance, constituida por diversas acciones más restringidas.
Si interpretamos la actividad del TH como la de un clásico think tank, habría que reconocer que ha resultado un fiasco. Pero quizá, aplicando el principio de caridad hermenéutica,19 podamos rescatar un valor cultural genuino en este tipo de ideología. Lo mejor que podemos hacer por ella es ponerla en el marco del activismo performa- tivo. Todo el movimiento transhumanista podría ser leído como una gran performance, constituida por diversas acciones más restringidas. Dicho de modo simbólico, el nicho cultural del TH no es el laboratorio de física o de biología, ni el centro de robótica avanzada, ni la Estación Espacial In- ternacional, no es el Departamento de Ciencias Sociales ni el de Antropología, no es la ONU ni el Parlamento local, como tampoco ha de serlo la Unesco. Su nicho cultural es el museo de arte contemporáneo, la galería de moda, la estantería de ficción, el bestseller y el show business, el plató, la tarima TED Talk y las secciones futuroscópicas en medios y redes.
Nada hay de extravagante en la propuesta her- menéutica que formulo. Esta clave interpretativa se nos revela con solo leer a Natasha Vita-More, una de las personas que lideran el actual
19 El principio lingüístico de caridad aconseja que se intente interpretar las declaraciones del interlocu- tor como racionales, hasta donde sea posible.
transhumanismo: «This future body prototype —podemos leer en su sitio web— was motivated by forming new relationships between design, science and technology».20 El centro de grave- dad es, aquí, el diseño, la ambición estética, la creatividad artística. Mi interpretación: Natasha Vita-More es una (auto)diseñadora que se inspira, para hacer su trabajo artístico, en algunos avan- ces de la ciencia y de la tecnología, así como en la ficción futurista sobre la vida humana. Es todo, y no es poco. ¿Sus productos valen o no la pena? Esta es una cuestión apropiada para la crítica de arte.
Podemos vislumbrar el rendimiento de esta clave hermenéutica aplicándola, por ejemplo, al universo cíborg. Recordemos el caso de Neil Harbisson, quien porta sobre sí un transductor que transforma diferencias cromáticas de la luz en diferencias tonales del sonido. El primer objetivo de este aparato tiene un carácter terapéutico, pues permite al usuario compensar sus dificultades para la discriminación cromática. Pero, a partir de ahí, Harbisson ha logrado una performance que consiste en la exploración artística de las funcionalidades del artefacto. Logra, al mismo tiempo, atención mediática gracias a la llamativa declaración de que la prótesis sensorial lo ha convertido en un cíborg. Mi interpretación: no estamos ante un cíborg, sino ante un artista, en concreto, ante un perfor- mer. Se declara cíborg con la misma legitimidad con la que Salvador Dalí situaba el centro del mundo en la estación de Perpiñán. Con afirma- ciones de este tenor conformaba Dalí un caris- mático personaje público y promovía el interés por su genial obra pictórica. ¿Es genial la perfor- mance de Harbisson? No lo sé. La crítica de arte tendrá que pronunciarse.
Algo análogo podríamos decir respecto de otras personas que se reclaman cíborgs. Es el caso de la artista Moon Ribas, que cuenta con sensores sísmicos conectados a su cuerpo. También el de
20 https://natashavita-more.com/innovations/. Consultado el 9 de enero de 2024.
TRANshUMANIsMO y CULTURA. UNA hERMENéUTICA PARA EL CíbORG · ALfREDO MARCOs
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