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• y se asienta en el firme propósito de cultivar una actitud selectiva frente a las lecturas que se ponen en manos de los lectores.
En ese remover de estanterías físicas y en la nube, en el sacar a la palestra una serie de títulos o invitar a conocer una serie de obras, se asienta la concepción de un servicio pensado como espa- cio de sensibilización, de promoción de actitudes positivas y de fomento de la lectura y que debe funcionar, en palabras de Vázquez Montalbán, como un «centro orientador del gusto».
Seleccionar, ¿por qué?
Conformar una selección de lecturas no admite la voz pasiva, requiere tomar una actitud activa y selectiva, porque no todos los materiales que componen la producción editorial tienen el mismo valor ni responden en el mismo grado a las necesidades de lectura o de información de todos los lectores potenciales.
Bajo apariencias similares se pueden encontrar prestaciones muy diversas y contenidos tratados con niveles de rigor muy distintos, afirmación que cobra mayor sentido en el contexto de la edición digital y de los contenidos publicados en Internet.
En un contexto de amplio crecimiento de la oferta, es fundamental aportar un valor aña- dido a la selección asignando grados de valor diferenciales entre los materiales, estableciendo diferencias entre
• los fiables y aquellos que contienen errores;
• los que se proponen informar y los que pretenden crear o modificar opinión;
• los que aportan valor en su estética o conte- nido y los que carecen de esta dimensión...
Se trata, en definitiva, de trazar lindes entre
los materiales de lectura que presentan buena factura de aquellos descuidados e inconsistentes, teniendo en cuenta también su adecuación al formato o canal de acceso de cada uno de ellos.
En cualquier caso, necesitamos seleccionar...
• Porque no todos los materiales de lectura disponibles en el mercado pueden dar respuesta a los objetivos y las funciones que cada proyecto o cada servicio de lectura tiene marcados; no todos los contenidos informan de manera completa y adecuada
y no todas las lecturas contribuyen a la formación del lector.
• Porque en la oferta, tanto de ficción como de no ficción, la inercia del mercado invita
a la acumulación acrítica de series y colec- ciones, con un excesivo culto a la novedad en detrimento de obras de indudable valor y reconocida calidad.
• Porque todo mediador que se reconozca
a sí mismo y quiera ser reconocido desde fuera como ejemplo de buenas prácticas ha de plantearse y cultivar un destacado papel orientador y educador, lanzando al encuentro del lector aquellos contenidos y propuestas de lectura que más difícilmente encontrará por sí mismo o que raramente buscará por propia iniciativa.
• Porque no son útiles ni persuasivos los materiales de lectura que están obsoletos o son inadecuados a los niveles, capacidades e intereses de los lectores.
• Porque las recomendaciones de lectura deben ser dinámicas, como la comunidad en la que se inserta el proyecto o servicio, y por tanto, han de ser siempre revisables en función de los cambios que se produzcan en ella.
ANUARIO AC/E DE CULTURA DIGITAL 2018
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El lector en la era digital