Page 117 - Anuario AC/E de cultura digital 2018
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Las obras digitales, vía Internet, lo que hacen es amplificar todas esas posibilidades y ampliar el círculo de lectores con los que intercambiamos impresiones u opiniones o compartimos recrea- ciones, como los fanfiction y otros espacios de escritura colaborativa. También con los libros digitales esa socialización no se ciñe al antes y el después de la lectura sino que dan la oportuni- dad de compartir anotaciones y comentarios en el mismo momento de la lectura, cobrando así simultaneidad y espontaneidad.
Sea en papel o en pantalla, la lectura nos ayuda a conocer el mundo, a conocernos y a conocer al otro. De esta manera la sensación de perte- nencia a una comunidad de lectores es esencial como elemento de motivación, de refuerzo y estímulo del hábito lector; igualmente el diálogo y el contraste de pareceres, presencial o en la nube, nos enriquece como lectores y como per- sonas, nos invita a expresarnos y a argumentar, a ser más críticos y a comprender más a fondo lo que leemos.
Promover la lectura en tiempos de encrucijada entre el mundo impreso y el digital en competencia con la «netflixización» de la cultura
El mundo de la lectura experimenta hoy una situación de cierto inestable equilibrio entre los valores del mundo analógico y el digital. Otra clave del presente es la pluralidad de escena- rios de lectura entre los que se desenvuelven
los lectores, uno tradicional y otro de nueva construcción y en proceso de conformación. En este cruce de caminos no cabe otra opción que plantearse nuevas metas en relación con la pro- moción de la lectura que la contemplen en todo su conjunto, multimodal y multicanal. Para forjar lectores competentes, conocedores del entorno impreso y del digital, desde los ámbitos edu- cativo y cultural debemos ajustar programas y revisar las estrategias de promoción de la lectura con objeto de responder a las necesidades que el contexto plantea hoy a los ciudadanos.
Por otra parte, conviene no olvidar la situación de la que partimos en España en relación con
la lectura y que condiciona en buena manera el progreso de la lectura digital: los bajos índices de lectores y la falta de hábitos lectores regulares
y constantes. Bien es cierto que, cotejando los informes redactados por distintos organismos desde 2007 a 201514, se observa un incremento de 4,5 puntos en los hábitos de lectura de los españoles.
Esta progresión se confirma en el informe de
Hábitos de lectura y compra de libros en España 201715 presentado por la Federación de Gremios de Editores de España a comienzos de 2018.
En él se refleja un incremento del número de lectores, que englobaría al 65,8 % de la población española mayor de catorce años, de los cuales un 59,7 % serían lectores en tiempo de ocio, que leen más allá de lo requerido por razones de trabajo o estudio.
Por otro lado, este último barómetro reafirma la tendencia al alza de la lectura digital, que crece 18 puntos en cinco años, escalando del 58 % de españoles que se declaraban lectores de algún tipo de contenido digital en 2012 hasta el 76,3 % que lo hacen en 2017.
En cuanto a la caracterización del lector digital, priman las mujeres, y respecto al lector en
papel resulta ser una persona más joven y mejor formada, que tiene más libros en el hogar, que busca más información sobre sus lecturas y que gasta también más dinero en libros, lo que con- trasta con el hecho de que la compra de ebooks se mantenga en valores bajos. Igualmente, el lector digital aparece retratado como un lector más frecuente que alcanza una media de lectura anual mayor: 16,7 libros al año frente a los 11,6 de media que declara el lector que exclusivamente lee en formato impreso. Por contra, acude menos a las bibliotecas que el lector en papel.
En relación con lo que se lee, las nuevas formas de lectura alcanzan los niveles más altos; así, el 56,9 % declara leer contenidos relacionados con
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El lector en la era digital