Page 83 - Actas Afrancesados y anglófilos
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[...] en ti sólo confíacorrijas las ideas criminalesde una filosofía...y corrige con ellasesa nueva y feroz desenvoltura de mozos y doncellas.30El discurso y la conversaciónLa declamación y la pronunciación se aclaran. La actuación de la Academia y de la minoría selecta31 a favor de la limpieza y precisión del castellano pusieron los cimientos de un nuevo modo de hablar. Los principios del arte de la elocuencia, siguiendo de nuevo a Jovellanos –y a Condillac-, deben ser “tomados inmediatamente de la naturaleza”, y están dirigidos a la comunicación y a la educación. De ello se deriva un “tono de voz proporcionado a lo que se dice”, en el que el polígrafo asturiano distingue tres niveles: el familiar, el sostenido y el medio.El primero es el de la conversación: se compone de inflexiones suaves y sencillas; no es monótono ni muy desigual [...] Hay que distinguir el tono familiar de los hombres cultos del tono familiar de la gente ordinaria [...] el tono sostenido se emplea en la declamación de discursos graves o cuando se leen obras serias. La voz entonces es llena, las sílabas se pronuncian con cierta melodía parecida al canto y se varían las inflexiones con dignidad. Dícense con este tono las oraciones públicas y los trozos de poesía sublime; [...] el tono medio tiene más aparato que el familiar y menos que el sostenido; se extiende su jurisdicción a las recitaciones en verso y prosa, cuando no pertenecen al género sublime, y a las disertaciones literarias, romances y fábulas.32La introducción de vocablos y construcciones francesas permitió, por un lado, dar agilidad expresiva a la lengua, pero por otro la plagó de galicismos vulgares y mal entendidos. Feijoo, en su Paralelo de las lenguas castellana y francesa registra estos dos niveles: defiende la necesidad de saber francés para la lectura erudita, pero arremete contra los que salpicaban la conversación de términos foráneos: “esto, en parte, puede decirse que ya se hizo moda; pues los que hablan castellano puro casi son mirados como hombres de tiempo de los godos”33. Jovellanos, que escribió unos Rudimentos de la gramática francesa y otros de la inglesa, fue del mismo parecer. Otra cuestión es el castellano afrancesado empleado en la conversación, caricaturizado por los literatos y ensayistas de la época, de entre los que se debe a Cadalso el texto más divertido, la carta XXXV de las marruecas (remito al lector al texto de Juana Vázquez en este mismo libro). Alambicamiento y oscuridad en la expresión, “lenguaje verdinegro entre gótico y francés” al que Leandro Fernández de Moratín, entre otros muchos, prefierió el “claro y suave”34 de la naturalidad. Máxime porque aquel es el que se asociaba a la conversación30 Ibíd., pág. 565.31 La expresión, como es sabido, es de Jean Sarrailh, La España ilustrada de la segunda mitad del siglo XVIII, Madrid,/Méjico/Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1957 (reimpresión de 1974), pág. 110 y ss.32 Obras de don Gaspar Melchor de Jovellanos, vol. I, cit., pág. 146.33 Benito Jerónimo de Feijoo, “Paralelo de las lenguas castellana y francesa”, Obras escogidas del padre fray Benito Jerónimo de Feijoo y Montenegro, cit., pág. 45.34 Obras de don Nicolás y de don Leandro Fernández de Moratín, Madrid, Rivadeneyra, 1846 (Biblioteca de Autores Españoles), pág. 600.7


































































































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