Page 82 - Actas Afrancesados y anglófilos
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en señal de la alegríaque a vuestra llegada siento.El cuñado, que aún no sabe que lo es porque don Fabricio se ha casado en secreto con su hermana, le replica, en la más rancia tradición a la española:Señor, éstos me parecen 25 demasiados cumplimientos.Y Juan de Iriarte revela lo extendido de la costumbre en unos versos dedicados a una dama:A cuantos encuentras das besos en prueba de amor; si me amas, hazme el favor de no besarme jamás.26El eros, vinculado por la Ilustración europea al mundo de los sentimientos, los instintos y las pasiones, fue tratado con moderación en España, que no pasó de aceptar o condenar la coquetería, interpretada ya como agradable viveza de trato, ya como umbral de atrevimientos que sólo cabe sugerir. Aquí, como en toda Europa, la coquetería se considera esencialmente francesa.27Las francesas tienen cierto pasatiempo que llaman coquetería, y es engaño que hace la mujer a cuantos hombres se presentan. La coqueta lo pasa muy bien, porque tiene a su disposición todos los jóvenes de algún mérito, y se lisonjea mucho del amor propio con tanto incienso [...] Los españoles son más formales en esto de enamorarse; y como ya todo aquel antiguo aparato de galanteo, obstáculos que vencer, dificultades que prevenir, criados que cohechar, como todo esto se ha desvanecido, empiezan a padecer desde el instante que se enamoraron de una coqueta española.28Y a la coquetería se atribuye, en parte, la entrada de un libertinaje que en España no fue cultivado como género literario. Alberto Lista traducía del francés el poemita La fácil que nos muestra hasta dónde osaban llegar los escritores españoles:¿Al primer asalto mía?Por Dios, que esto va, señora, más pronto que yo quería;si ha de durar más de un día, resistid siquiera una hora.29Y algunos ultraconservadores apelaban, como Tomás José González Carvajal En la Revolución francesa, a Santiago, patrón de España, a las jerarquías celestiales en estos términos:25 Sainetes de Don Ramón de la Cruz en su mayoría inéditos, Madrid, Bailly-Bailliere, 1915-1928 (Nueva Biblioteca de Autores Españoles ; 23 y 26), versos 249 y sigs.26 Poetas líricos del siglo XVIII, tomo III, cit., pág. 498.27 Brillat-Savarin escribía: “con orgullo observo que así la coquetería como la gastronomía, las dos grandes modificaciones que en nuestras imperiosísimas necesidades han impreso extremados deseos de sociablidad, son ambas de origen francés”. Fisiología del gusto, Barcelona, Bruguera, 1986, pág. 175.28 José Cadalso, op.cit., carta LXXVI, pág. 182.29 Poetas líricos del siglo XVIII, tomo III, cit., pág. 367.6


































































































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