Page 75 - Actas Afrancesados y anglófilos
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valores y modas bajo los que construye la vida moderna. La Verónica se muestra así bajo los signos de la moda suelta y flotante que se impusiera en Versalles con el triunfo de Madame de Montespan y por la influencia del teatro italiano, destacando el cuerpo aballenado de escote recto, con rizada camisa fina de similar escotadura, enriquecido con una profusa pasamanería de oro, alborozo que también se muestra en el elegante manto de ceremonia que impone la etiqueta cortesana.Pero, sin duda alguna, donde Salzillo ofrece la magistral lección del verosímil exquisito y de belleza sensible, la obra de arte total, icono de la escultura rococó española, es en la revolucionaria imagen de la Dolorosa donde bajo la codificación fusionada de los signos corporales y de los externos que los envuelven, es decir la indumentaria y el exorno, se genera un todo armónico que es lo que comunica la idea y la emoción.Esta imagen ejemplifica el camino doctrinal basado en la exaltación devota de la Virgen que encontrará en las cofradías pasionarias un vehículo, en todo favorable, para acoger la iconografía dolorosa de María que a partir del episcopado de Belluga, principal impulsor de esta devoción en tierras murcianas, obtiene en los cortejos de Semana Santa del obispado de Cartagena un destacado protagonismo frente al mero papel secundario del que hasta entonces gozaba bajo la representación tradicional de Soledad, aquella iconografía que evocaba tiempos pasados. La regeneración espiritual de la diócesis y la reforma de la religiosidad popular a través de lo sensible se consolida mediante la magia y la inventiva de Salzillo que ofrece para la devoción de la nueva sociedad una imagen deslumbrante, palpable con los sentidos, en lo que lo italiano se enfatiza con el vibrante rococó levantino de inspiración francesa, convirtiendo el símbolo en puro sentimiento vivido. Fijado este patrón con las tallas de la Virgen del Primer Dolor de la cofradía cartagenera de los Californios (1751) y, muy en especial, con la de la murciana cofradía de Jesús (1755-1756, il. 1), la Dolorosa salzillesca se muestra como la más genuina representación de la Virgen en las tierras del sureste español, canalizándose a través de ella la auténtica dimensión de la sensibilidad religiosa del siglo XVIII y encarnando en su hechura los valores preeminentes que los miembros de la cofradía, especialmente la familia Riquelme, intentaban imprimir a la institución y por ende a la procesión que organizaban y regían a través de la diferenciación de las formas bajo las que había de definirse. De ese modo cuando Salzillo haga entrega de la imagen no sólo lega a la cofradía una talla perfecta en intensidad dramática para la escenificación de la liturgia pasionaria del Viernes Santo en la mañana sino que logra, a partir de la recreación plástica de lienzo de Pietro Paolo Naldini, titular de la Capilla Servita de Roma, en San Marcello al Corso, sintetiza en la imagen, incorporando a la misma, la fastuosidad y los progresos suntuarios que se estaban produciendo en la España de Fernando VI. Así, los tejidos brocados, auténtica exaltación del color y la luminosidad tan gratos a la estética del rococó, adquieren una significación hasta entonces desconocida, introduciendo incluso con la precisa selección de los colores, azul y rosa, no sólo una elegante manifestación del gusto del momento, descaradamente decorativo, sino connotaciones emblemáticas y simbólicas, en lo que lo áulico y lo religioso se funden bajo unos signos de lectura inmediata, correspondencia legible entre una apariencia de majestad y un contenido piadoso. La sensibilidad cromática que manifiesta la elección de esos coloristas matices, colores de gloria que refuerzan el carácter letífico de la imagen, introducen una novedosa lectura polisémica de la misma que viene a destacar, por encima de todo, el papel corredentor de la Virgen. El azul, que desde la liturgia tardomedieval se había asociado al culto a María, es también entendido como un código con el que se identifica la civilización occidental y las virtudes que encarna la realeza, derivación de la antigua púrpura, a la que se asocia5