Page 74 - Actas Afrancesados y anglófilos
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hacia el rococó en la que hegemonía de lo suntuario, de la inclinación hacia la conveniencia del aderezo elegante y distinguido como semblanza de la moda a la que se aferra, será la que quede magistralmente resumida en el conjunto de su obra. Esto se va a hacer presente no sólo mediante las referencias actualizadas de su policromía, en las que es posible observar todo el repertorio decorativo de los tejidos de la época, sino también al incorporar su imaginería religiosa la misma nueva urbanidad y la buena educación que dicha moda representa a través de sus múltiples escarceos. La adecuación de su escultura a los valores que defiende la sociedad dieciochesca quedan magníficamente expresados, bajo el sabor local, en un continuo muestrario de pequeños detalles moralizantes, plagados de cotidianeidad, en los que se advierte el pensamiento de lo apropiado y lo conveniente como sencilla exteriorización de la elegancia y de la nueva civilidad asumida. La importancia concedida por Salzillo a la ropa e indumentaria de sus esculturas no es un mero formalismo o un simple juego decorativo sino que, con frecuencia, se convierte en una perfecta crónica de la mentalidad de una sociedad que tiene como soberano a lo visible y a los preceptos de imagen bajo los que se rige. La proclive actitud barroca hacia la apariencia y hacia los símbolos que la identifican afloran, por ejemplo, en la notoriedad que alcanza la camisa en la iconografía salzillesca, ajena por completo a románticas interpretaciones costumbristas, y claro exponente, sin embargo, de ese anhelo de distinción a través de lo material que preocupa al hombre de su tiempo.En otras ocasiones la selección de determinadas prendas será utilizada por Salzillo con el fin de incentivar lo verosímil en el mito o en el hecho prodigioso, el milagro, confiriendo a cuerpo, vehículo primario para la expresión, a través de su revestimiento adecuado, un todo armónico que ha de traer una percepción más adecuada de la obra gracias a su cercanía al mundo y a la realidad más próxima que lleva consigo un posicionamiento sensible a otros modos de ver, a otros modos de contar. Sólo en ese contexto es posible entender los cambios que introduce Salzillo en modelos iconográficos consolidados y perfectamente definidos por la tradición, caso del San Isidro de la parroquia de San Juan Bautista de Murcia, en el que una vez más el escultor muestra su gran capacidad para incentivar los vínculos emocionales entre los comitentes, la cofradía de los Labradores, y la imagen de su patrón, el santo madrileño, volcando en la imagen los signos de la nueva distinción que la holgada posición económica de muchos agricultores murcianos se podían permitir a tenor del desarrollo agrario, el aumento de la producción y el afianzamiento de un importante mercado regional de productos. Esas señales externas que aluden a un afán de prestigio social de los nuevos labradores acomodados y sus expectativas ante el lujo se justifican incluso en la oratoria sagrada de la época como bien señalaba en 1741 fray José Nicolás de la Cruz al definir a San Isidro y a Santa María de la Cabeza como los cortesanos del Cielo, coronas de honor para los cortesanos de la villa de Madrid. Ello mueve a Salzillo a desvestir la iconografía de la opulencia seiscentista, representada por la gorguera o valona, símbolo de la vieja dinastía y revestirla, igualmente de ennoblecida, con un nuevo ornato concretado en el engalanamiento de cenefas simulando bordados a la Bérain o en el aristocrático echarpe de tisú de oro, dispuesto bajo estudiado abandono en la cintura del santo con los que se enfatizan las señas mundanas de la flamante sociedad de los Borbones.Ese mismo espíritu de ennoblecimiento es el que se advierte en otra obra ejemplar, la Verónica de la Cofradía de Jesús (1755-1756), metáfora de la feminidad del rococó, y con la que Salzillo realiza una propuesta moderna, multiplicando los puntos de vista, de la versión cristiana de la Victoria clásica, revistiéndola de atractivos originales que, sin someterse a ninguna realidad concreta, sí que sintetizan los nuevos4