Page 61 - Actas Afrancesados y anglófilos
P. 61
ridiculizar a los afrancesados, pero terminaron por preferirse los términos más parecidos al francés, como refleja el Padre Isla en su Fray Gerundio de Campazas:[...]llamar a un pisaverde, pisaverde.No hay mujer que de tal nombre se acuerde: petimetre es mejor y más usado.o por lo menos más afrancesado.El rey, que pasa poco tiempo en Madrid y que no ha vuelto a casarse, no puede ser ejemplo ni impulsor de las modas que van sucediéndose en este momento. Pero este papel lo asumirán los Príncipes de Asturias, que hacen gala de un gusto exquisito y son consumidores compulsivos de las novedades francesas. Y esto es compatible con su profundo apego y antojo por los temas castizos, como lo demuestran sus encargos a Lorenzo Tiepolo de pasteles sobre tipos populares, o los cartones de Goya elegidos por ellos para realizar los tapices de sus estancias privadas del Palacio del Pardo.Es curiosa la ambigüedad del estricto Carlos III, que consiente estos temas en Palacio, cuando los persigue sañudamente en la calle, y emite una orden a la Sala de Alcaldes de Casa y Corte para que detuviera a cualquier militar, persona de clase o criado de la casa real que se disfrazara de día con unos trajes “que en Castilla solo lo han usado hasta ahora los llamados gitanos, contrabandistas, toreros y carniceros, con quienes se equivocan a cada paso dichas personas de distinción que los usan”1.En 1774 Goya ya vive en Madrid, y desde el año 77 trabaja en los encargos que le hace Mengs para los cartones destinados a la Real Fábrica de Tapices. Hacia 1780, por mediación de Goicoechea, aragonés como él, hace un retrato de Floridablanca, que no resulta de su gusto, pero es el primer retrato de un personaje tan principal, aunque será Ventura Rodríguez, arquitecto de la basílica del Pilar de Zaragoza, su apoyo más importante, pues le pondrá en contacto con el infante don Luis, desterrado, con su familia, en la pequeña corte de Arenas de San Pedro. Y en 1783, año decisivo para Goya, se instala allí donde, además de pintar a los miembros de la familia de don Luis, será muy bien pagado y tratado con extrema cortesía y, como él mismo cuenta en una carta a Zapater. Es ya un gran pintor.En el retrato de la familia y miembros de la corte del infante, sorprendente escena de gran intimidad, ya está el Goya que reconocemos moderno, reflejando detalles deliciosos como el peinado de Ma Teresa o la elección de las escofietas que portan las damas... Tan sólo conozco otra escena semejante de esta misma época, aunque esta no pase de ser un pequeño gouache sobre papel que representa a María Antonieta en deshabillé, rodeada por su suegra, camareras, secretario y el propio autor, Gautier - Dagoty, retratando a la reina en su propia cámara.También hace un retrato de María Teresa Vallabriga con cabriolé, la misma prenda que luce la maja del cartón El quitasol, uno de los primeros pintados por Goya, claro ejemplo de lo que en nuestros días podemos denominar moda-fusión.Y en estos días también pinta a la pequeña María Teresa representada como una damita a la “española”, y como fondo el paisaje de la sierra de Gredos. Otro signo de modernidad.En 1785 sus nombramientos académicos le permiten conocer al duque de Medinaceli y al de Osuna. Este será el comienzo de una relación que hay que destacar, pues será el inicio del mecenazgo y amistad que los duques dispensaron al pintor. Ese1 José Manuel de la Mano, “Lorenzo Tiépolo. Vida privada y oficio de un veneciano al servicio de Carlos III”, Lorenzo Tiepolo, ed. de Andrés Úbeda de los Cobos, Madrid, Museo Nacional del Prado, 1999, pág. 94.4