Page 58 - Actas Afrancesados y anglófilos
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La modernidad vista a través de los ojos de GoyaMaría Dolores Vila TejeroEscribía Javier Portús en el catalogo de la exposición El retrato español, celebrada en el año 2004, y a propósito de la pintura de retratos de la segunda mitad del siglo XVIII, que debido a los cambios políticos y sociales que en este período se estaban produciendo, aparece una nueva concepción del ser humano, que da lugar a destacadas variaciones en la forma de relación social, así como un cambio reseñable entre el arte y la sociedad, y que tuvo un reflejo muy importante en la pintura de retratos.En España esa época coincide, en gran parte, con la actividad creadora de Francisco de Goya, aunque ésta se prolongará hasta las primeras décadas del siglo XIX. El pintor sabrá unir a su gran capacidad de observación la de enfrentarse, con nuevos ojos, a un genero pictórico, al que afortunadamente ya podían acceder, no solo la realeza y la nobleza, si no también otros nuevos y numerosos sectores sociales. Y esos retratos nos permiten acercarnos al conocimiento de esa época, ya que con esa evolución, pudo dotarse al retrato individual, pero sobre todo al familiar o de grupo, de nuevos contenidos, entre los que destacan la ternura y el afecto y no como había sucedido hasta entonces, donde habitualmente solo podía percibirse subordinación o dependencia.Esta capacidad para expresar afectos, dota a Goya y algunos de sus contemporáneos, de una gran modernidad. Pensemos en el retrato, conservado en el Museo del Prado, de los duques de Osuna, rodeados por sus hijos. Es de 1788 y en él apreciamos actitudes de gran naturalidad, como las manos enlazadas o la representación de los juguetes preferidos por los niños. Los personajes están situados en un espacio neutro, donde lo que interesa resaltar son los lazos de afecto y de armonía familiar, aunque destacando a través de ciertos elementos, como el libro en la mano de la duquesa o la indumentaria que visten, la alta posición social y cultural de esta familia y su deseo de “estar a la ultima”, o sea vestirse a “la inglesa”. A estas actitudes y otras semejantes que adoptan los personajes retratados y los artistas que las plasman ha denominado Javier Portús “la cultura del sentimiento”.Goya suele retratar a la aristocracia y personajes de su tiempo encarnando la dignidad -no siempre- y con un cierto distanciamiento -no mucho-, también con gracia en los ademanes -cuando es posible- y siempre dotándolos de sus cualidades personales: belleza, serenidad, inteligencia, dominio, torpeza, fatuidad... Y sabe trasmitirnos lo que él siente por sus modelos de cualquier estamento que estos sean: respeto, afecto, admiración, desprecio... y hasta ternura y conmiseración por los más desfavorecidos. Resulta el pintor un personaje radicalmente moderno, entendido el termino, como la cualidad de un hombre inmerso en su época, que tiene la posibilidad de contemplarla y observarla desde arriba y hasta abajo con gran sentido critico; que a cada género y estilo le aplica el procedimiento adecuado; que se adelanta a su tiempo en expresividad y logros técnicos. Creador de géneros que, como el mismo confiesa, los realiza “con la imaginación mortificada”. Y como no podía ser menos, es pesimista, pues tampoco a él “nada de lo humano le es ajeno”.Por todo esto la mirada de Goya sobre sus contemporáneos me parece un buen instrumento, como fuente documental, para transitar por su tiempo; sin olvidar tampoco las obras de otros pintores de este mismo siglo como Luis Paret, Lorenzo Tiepolo o1