Page 52 - Actas Afrancesados y anglófilos
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Además de estas dos residencias en el centro de Madrid, con la compra de unos terrenos a las afueras de la capital en 1783 comenzó la construcción de la que sería la residencia emblemática de María Josefa Pimentel, «El Capricho» de la Alameda.20.De acuerdo con el pensamiento fisiocrático de la época, la finca se dividía en una amplia zona agrícola, en donde se pusieron en marcha distintas iniciativas agropecuarias, y un pequeño recinto tapiado en donde se localizaban el palacio y el jardín pintoresco. Éste se caracterizaba por la irregularidad del terreno, el dominio de las curvas, la búsqueda de intimidad, la presencia de lagos, islas y riachuelos artificiales, y de pequeñas arquitecturas -ruinas, templetes, obeliscos, cabañas, fuentes, grutas- y otros divertimentos que debían servir de estímulo al paseante, quien en su recorrido por el jardín iba cubriendo constantemente pequeñas etapas cuya meta ofrecía siempre un atractivo distinto, y que permitían desarrollar un programa culto o popular, que dotaban del necesario argumento al jardín, y sobre los que cabían muy diversas interpretaciones.El jardinero real Pablo Boutelou dio un primer diseño para la zona residencial en 1784 que incluía una casa de campo y un «jardín anglo chino». Sin embargo, la rivalidad entre la reina María Luisa de Parma y la duquesa de Osuna parece que condujo a la primera a retener al jardinero francés para el servicio exclusivo de la Corona. Tras este tropiezo inicial, María Josefa contrató a dos jardineros franceses altamente cualificados, Jean Baptiste Mulot -que había trabajado en el Petit Trianon de Versalles- y Pierre Provost, que fueron contratados a su servicio en exclusividad con la condición de que una vez que concluyeran sus trabajos regresarían a su patria para evitar que crearan jardines similares.Durante su paseo por los jardines del Capricho, el visitante podía detenerse a contemplar el templo de Baco, que consistía en un tholos semejante al diseñado por Villanueva en Aranjuez, o bien una columna que seguía el orden de las del recientemente descubierto templo de Hera en Paestum (Campania), rematada con una estatua de Saturno devorando a sus hijos. Asimismo, en el abejero, con una estructura similar a la casita del Príncipe del Pardo y desde cuyo interior se podía ver a través de unos vidrios a estos insectos trabajando en sus panales, se podía -como rezaban los versos de un poeta protegido por la duquesa- «hacer presente con certeza/ las virtudes que da Naturaleza».21 Y junto a estos monumentos había otros pintorescos como la casa de la vieja, una casa rústica realizada con madera y mampostería de gran irregularidad, la casa del ermitaño -que estuvo decorada con dos autómatas-, una tienda de campaña de madera o una gruta, todas ellas obras de Ángel María Tadey, que brindaban nuevas oportunidades de entretenimiento a los visitantes.El palacio, que se concluyó en 1798, incluía en su decoración desde una réplica del pavimento de mosaico de la Batalla de Issos descubierto en Pompeya para el comedor, un Cristo yacente de la escuela de Mengs en la capilla, a una copia en yeso del Fauno danzante para la decoración de la escalera, cuyo original se encuentra en la tribuna de los Uffizi, realizado por José Pagniucci, vaciador de la Real Academia de San Fernando.Frente a las importantes obras de grandes maestros que formaban parte de la pinacoteca familiar y que decoraban los palacios de la Cuesta de la Vega y Leganitos, en la Alameda María Josefa reunió en las distintas estancias, muchas de ellas decoradas20 Sobre esta residencia, véase Pedro Navascues, “La alameda de Osuna: una villa suburbana”, Pro-arte, núm. 2, 1975, págs. 7-26; Pedro Navascues, “Casas-palacio de la familia Osuna“, cit., págs. 133-150; África Martínez Medina, “El Palacio de la Alameda de Osuna: un marco artístico para un salón literario”, Lecturas de Historia del Arte, II, 1990, págs. 415-419; y Carmen Añón y Mónica Luengo, El Capricho de la Alameda de Osuna, Madrid, Ayuntamiento de Madrid, 2003, que recoge amplia bibliografía.21 Ventura Aguado, Ritma en alabanza de la Alameda. Biblioteca Nacional de Madrid (a partir de ahora BNM), mss. 11.319/14, citado en Pedro Navascues, “Casas-palacio de la familia Osuna“, cit., pág. 137.5