Page 49 - Actas Afrancesados y anglófilos
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placer de la lectura o la «manía epistolar». Además de financiar excavaciones arqueológicas en sus posesiones -como las que llevó a cabo en sus estados de Arcos en 1800-, en el plano cultural también destacó sobremanera por la protección que brindó a distintos artistas entre los que destacaron pintores de la talla de Goya, literatos como Tomás de Iriarte, Ramón de la Cruz o Juan Meléndez Valdés, o músicos como Boccherini o Barbieri, patrocinando sus obras, financiando viajes de formación o recomendándolos para la obtención de cargos y empleos. Además, algunos de ellos también participaron en las tertulias o «salones» que semanalmente la duquesa celebraba en su residencia, y que estaba considerado como uno de los más importantes de Madrid.Nombrada en 1786 académica de honor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, además de por sus inquietudes intelectuales María Josefa Pimentel también se distinguió por las distintas iniciativas que emprendió en el terreno de la asistencia social. A través de la Junta de Damas, la versión femenina de la Sociedad Económica Matritense, de la que se convirtió en presidenta en 1787, María Josefa -que mantuvo durante toda su vida una buena amistad y una intensa correspondencia con Josefa Amar y Borbón- junto a otras damas de la aristocracia llevó a cabo, a nivel institucional, importantes iniciativas relativas a la mejora de la higiene y la prevención de enfermedades, a través de innovadoras medidas como la vacunación, y en el campo de la educación y la asistencia social a niñas y mujeres en muy distintos ámbitos como la escuela, el hospicio y la cárcel.5Siempre que le fue posible, María Josefa acompañó a su marido a los distintos desplazamientos que su carrera militar, y más tarde diplomática, le obligaron, destacando sin duda la estancia que pasaron en París durante casi un año, a la espera de poder tomar posesión del cargo de embajador en Viena.6 Pero cuando las circunstancias les hicieron pasar períodos separados, como en 1772, cuando el duque se trasladó a Nápoles formando parte de la comitiva del duque de Arcos, tío de María Josefa, para acudir al bautizo de una nieta de Carlos III en representación del monarca, o en 1781, cuando participó en el intento de recuperación de Gibraltar y Menorca, la Pimentel quedó al cargo del gobierno de la Casa, y como ella misma explicaba en su correspondencia «la ausencia de mi marido me sujeta al despacho y a mil cuidados que me distraen de todo lo demás».7La preocupación por la buena administración y el gobierno de sus estados, el cuidado de sus patronatos y la conservación y memoria del patrimonio familiar fueron una constante a lo largo de su vida. Buena prueba de ello fueron la creación en su villa solariega de la Sociedad Económica de Benavente con el fin de promover la agricultura, la industria y la educación -para lo que María Josefa se trasladó personalmente a sus estados, produciéndose durante el viaje el nacimiento en Quiñuelas del futuro príncipe de Anglona-, y el intento de poner en marcha también una Junta de Damas, aunque el proyecto chocó con muchas reticencias y finalmente no salió adelante.8 O la petición de ayuda al embajador Azara en 1789 para construir en Roma un monumento funerario en5 María Carmen Iglesias, op. cit., págs. 203-214.6 Durante la estancia en la capital gala residieron en el palacio de los duques del Infantado en la rue Saint- Florentin, muy cerca de la plaza de la Concordia. El cambio en las alianzas de las grandes potencias europeas y las acusaciones de anglófilo hacia el duque de Osuna le impidieron tomar posesión del cargo, regresando a España en enero de 1800.7 Condesa de Yebes, op. cit., pág. 13.8 Sobre este tema, Fernando Cillán Otero, “Los orígenes de la Sociedad Económica de Amigos del País de Benavente”, Torre de los Lujanes, núm. 15, 1990, págs. 149-155, e Inocencio Cadiñanos Bardeci, “La Sociedad Económica de Amigos del País de Benavente”, Studia Zamorensia, núm. 6, 2002, págs. 149- 158.2