Page 32 - Actas Afrancesados y anglófilos
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Entre el salón y la academia. La ilustración francesa y las españolasElena Aguado CabezasEl tiempo histórico que se ha venido identificando como ilustrado y reformista afirmó la naturaleza social de los seres humanos y la situó en el punto de partida del debate intelectual sobre las diferentes propuestas de reforma política, social o de las costumbres, cuyo horizonte común sería la “felicidad pública”1. En consecuencia, los sistemas de gobierno ocuparon el centro de una controversia a la que concurren otras nociones: autonomía del individuo y de la razón, sociabilidad, utilidad común... “progresos”2. Dentro de este marco tuvo lugar en toda Europa la disputa sobre la naturaleza de los sexos y el lugar asignado a cada uno de ellos (específicamente al femenino) en la sociedad imaginada por las diferentes propuestas reformistas; un debate que, lejos de ser nuevo para la minoría docta, adquirió en el siglo XVIII una dimensión pública inédita hasta entonces y en el que las mujeres fueron a la vez objeto y sujeto de la polémica, al intervenir en ella desde algunos de los ámbitos de socialización y comunicación que alcanzaron amplitud en el mencionado siglo.Mi intervención se centrará en este aspecto de la ilustración española. Y, puesto que se nos propone debatir sobre la presencia cultural de afrancesados y anglófilos, intentaré aproximarme a la influencia francesa en los discursos sobre el universo femenino y a algunas experiencias de las españolas del XVIII. Todo ello sin desconocer que, en éste y otros aspectos, el peculiar movimiento español de “las luces” fue deudor del humanismo renacentista —tan minoritario en España frente a la hegemonía católica—, así como de la actividad intelectual renovadora desplegada por los novatores3. Tampoco las ideas procedentes del citado país vecino, sobre los diferentes temas, son las únicas que se recibieron —a veces mal traducidas, mutilados los textos e incluso tergiversados—, la cultura italiana y una incipiente anglomanía, que se extendería en las primeras décadas del siglo XIX, están presentes en el Setecientos. Todo ese legado fue sometido a lecturas diversas, tendentes a acomodar la modernidad a la tradición y generalmente a condescender con esta última.1 Sobre los significados de la idea de felicidad, tan recurrente en los escritos del siglo XVIII, y sus implicaciones en el debate filosófico y político, véase Philippe Roger, «Felicidad», Diccionario histórico de la Ilustración, Madrid, Alianza Editorial, 1998, págs. 48-55; Sobre el contenido político del concepto de “felicidad pública” en un autor español, véase Javier F. Sebastián, La Ilustración política. “Las reflexiones sobre las formas de gobierno” de José A. Ibáñez de la Rentería, Bilbao, Servicio Editorial Universidad del País Vasco, págs. 61 y ss.2 El término se utiliza en plural durante el setecientos aplicado a las ciencias y las letras, así como a la posibilidad de introducir en España reformas positivamente experimentadas en otros países. La voz “progreso” en singular adquiere un significado nuevo en el siglo XIX, de contenido político y movilizador, que se fundamenta en la certeza de la posibilidad social y general de mejorar. Javier Fernández Sebastián, «Progreso», Diccionario Político y social del siglo XIX español, Madrid, Alianza Editorial, 2002, págs. 562-576.3 Además de la adopción del método crítico por los novatores en las tertulias literarias e históricas y del empírico en la polémica sobre la medicina y las ciencias, en el pensamiento económico del siglo XVIII español se halla también el precedente del arbitrismo castellano, cuya influencia ha sido destacada por Ángel García Sanz, “La reforma agraria de la ilustración: proyectos y resultados. El precedente del arbitrismo agrario castellano”, Reformas y políticas agrarias en la historia de España, Madrid, MAPA, 1996, págs. 161-201. Una referencia al debate historiográfico sobre el pensamiento económico ilustrado, en «Economía política y liberalismos en España. De Jovellanos a la Gloriosa», Orígenes del liberalismo. Universidad, política y Economía, Salamanca, Ediciones de la Universidad de Salamanca. Junta de Castilla y León, 2003, págs. 81-105.1


































































































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