Page 16 - Actas Afrancesados y anglófilos
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Esos trabajos, que introdujeron a los pensionados en el análisis de los modos y materiales de construcción de los antiguos y en el examen de la distribución y lógica de la ruina, fueron aprovechados por el ex jesuita mexicano para la preparación de sus libros Dell’Ordine Dorico (Roma, 1803) e Illustrazioni della Villa di Mecenate in Tivoli (Roma, 1812), y en otro estudio de Márquez, Delle Ville di Plinio il Giovane (Roma, 1796), serían empleadas las plantas de las villas Laurentina y Toscana levantadas por Pérez, que en sus años de pensión y aun después mantendría estrecha relación con Azara y su círculo inmediato, traduciendo, por ejemplo, las Memorias de los arquitectos de Milizia.5Otras facetas desarrolladas por Azara en Roma fueron su pasión bibliófila6 y el coleccionismo de obras de arte, a emulación de las grandes familias romanas, de algunos altos dignatarios de la Iglesia e ilustrados de renombre. En la Ciudad Eterna pudo obtener piezas que acaso no le hubiera sido tan fácil conseguir en España, como señalaba Antonio Ponz al describir las colecciones en su Viage de España.7Por su número e importancia destaca la de retratos marmóreos de personajes de la Antigüedad clásica, conjunto que sobrepasó las ochenta piezas y tuvo su origen en los hallazgos de sus excavaciones de 1779 en la llamada Villa de los Pisones en Tívoli.85 Biblioteca de Catalunya, en Barcelona, Fondo Torres Amat, ms. 3783, fols. 265-266. Silvestre Pérez a Azara. Madrid, 1 de enero de 1800: «Muy S.or mío y de mi mayor respeto: por el Amigo y Señor D.n Estevan [Mendizábal] he sabido varias veces de la buena salud de V. E. y que aún nos tenía en su memoria así a mí como a los demás pensionados que tuvimos la fortuna de vivir baxo la protección de V. E. en Roma; pero como siempre ha estado V. E. tan ocupado en los negocios, no me he atrevido a molestarle su atención hasta ahora que lo hago persuadido de q.e V. E. se alegrará saber que me hicieron Vice-Secretario de la Acad.a y después me han señalado además ocho mil r.s para q.e me ocupe en dibuxar los edificios de buen gusto q.e hay en Mad. (no sé quáles son) y sitios R.s, principalm.te el Escorial. Para obtener una y otra gracia creo que contribuyó mucho el favor q.e debí a V. E. quando vine de Roma. Como se pasó tanto tiempo desde entonces hasta conseguir estos dos motivos de ocupación, me divertí a ratos en traducir las Memorias de los Arq.s q.e escribió el S.or Milizia; cuyas obras me son tan geniales que ellas y las estampas de Roma han sido el alivio de mis tristezas en los tres años q.e he estado sin tener quasi nada q.e hacer. Bien conozco que toca en temeridad el atreverme a decir yo en castellano lo mismo q.e el S.or Milizia dixo en su lengua; porq.e esta empresa correspondía a un literato que poseyera todos los conocimientos que tenía su autor, de los quales yo carezco y principalm.te de escribir con propiedad; pero si se atiende a q.e mi fin es solam.te q.e entiendan estas obras los muchachos q.e estudian la Arq.a, tal vez tendrá disculpa mi atrevimiento; y puede ser q.e no falte alguno q.e viendo mi mala traduc[c]ión se anime a hacer otra buena, de lo qual me daré por contento, con tal que los Arq.s la lean, q.e es lo más difícil. Jamás abren aquí un libro los profesores si no tiene estampas, y aunq.e se pudiera muy bien adornar la Obra de Milizia con ellas, no creo que por eso se adelantaría cosa, porq.e debiendo ser muchas, entonces por otro camino quizá se acrecentaría la dificultad. En fin, he pensado para prueba presentar por medio del S.or D.n Estevan [Mendizábal] el libro primero solam.te y si agrada pondré en limpio lo demás, y verán al mismo tiempo q.e no lo paso en la ociosidad, y q.e a mis pocas fuerzas procuro suplan mis deseos. Si V. E. me honrase con sus sabias advertencias acerca de este asunto y de los que tienen relación con la Arquitectura, me tendré por el hombre más dichoso; pero conozco que no soy acre[e]dor a ellas».6 Gabriel Sánchez Espinosa, La biblioteca de José Nicolás de Azara, Madrid, Calcografía Nacional, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1997.7 Antonio Ponz, Viage de España, en que se da noticia de las cosas más apreciables y dignas de saberse que hay en ella, t. XIV, Madrid, Por la Viuda de Ibarra, Hijos y Compañía, 1788, págs. 55-56.8 Sobre el coleccionismo de antigüedades tenemos los estudios de Beatrice Cacciotti, op.cit., págs. 1-54; ídem, «Scavi Azara», en Beatrice Palma Venetucci (dir.), Le erme tiburtine e gli scavi del Settecento, Uomini illustri dell’Antichità, I.2, Roma, 1992, págs. 182-221; y de Miguel Ángel Elvira Barba, «La actividad arqueológica de D. José Nicolás de Azara», en José Beltrán y Fernando Gascó (eds.), La Antigüedad como argumento. Historiografía de arqueología e historia del arte en Andalucía, Sevilla, 1993, págs. 125-151; «Las antigüedades romanas en el Jardín del Príncipe y la Casa del Labrador», Reales Sitios. Revista del Patrimonio Nacional, núm. 122, Madrid, 1994, págs. 57-65; y «El arte antiguo en la Casa del Labrador de Aranjuez», Boletín de la Asociación Española de Amigos de la Arqueología, núm. 35, Madrid, 1995, págs. 217-228. Véase también Javier Jordán de Urríes y de la Colina, «El3


































































































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